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Habemus Presupuestos Generales del Estado. Es decir, Pedro Sánchez ya ha conseguido amarrar fuerte la legislatura e instalarse cómodamente en La Moncloa por unos años. Como la política es cada vez más el arte de lo sucio y traicionero, Sánchez ya tiene vía libre para remodelar su Gobierno cuando le plazca y apartar a la gran mosca cojonera del Consejo de Ministros. Es decir, al vicepresidente Pablo Iglesias. El movimiento de fichas puede ser político o mediático, con calculadas bombas informativas debidamente filtradas desde las alturas. El resultado será el mismo: te utilicé para atornillarme a la poltrona y ahora me sobras, por lengua muy larga y lealtad muy corta. Atentos a sus pantallas en los próximos meses, porque empieza a ser más que evidente que al líder morado le ha llegado ese tictac que tanto le gustó proclamar para sus adversarios políticos y económicos.
La lección de Galicia y el País Vasco: moderación y equilibrio