En febrero de 1931, en
Madrid se distribuye el ‘Manifiesto político: La conquista del Estado’, firmado
por grandes figuras del fascismo español, entre otros por Ramiro Ledesma Ramos,
Ernesto Giménez Caballero, Juan Aparicio, y otros. En el manifiesto, escriben: ‘’España atraviesa hoy una crisis política,
social y económica, tan honda, que reclama ser afrontada y resuelta con el
máximo coraje. Ni pesimismos ni fugas desertoras deben tolerarse ante ella. ’’…
‘’España vive desde hace casi tres siglos en perpetua fuga de sí misma…en una
autonegación suicida de tal gravedad, que la sitúa en las lindes mismas de la
descomposición histórica. Hemos perdido el pulso universal. Nos hemos desconexianado
de los destinos universales…frente a ellos, más allá que ellos, sin división
lateral de derechas e izquierdas…iniciamos una acción revolucionaria en pos de
un Estado de novedad radical…
En los puntos de ‘La
conquista del Estado’ los fascistas españoles escribirán: punto 8º ‘Auténtica elaboración de la Universidad
española. En la Universidad radican las supremacías ideológicas que constituyen
el secreto último de la ciencia y la técnica. Y también las vibraciones
culturales más finas. ’’ Punto 9º: ‘’Intensificación
de la cultura de masas, utilizando los medios más eficaces. ’’ Punto 11º: ‘’Plena e integral autonomía de los
municipios, en las funciones propia y tradicionalmente de su competencia, que
son las de índole económica y administrativa. ’’ En los siguientes puntos,
podemos leer: ‘’ Estructura sindical de
la economía…Potenciación del trabajo; Expropiación de los terratenientes. Las
tierras expropiadas se nacionalizarán y serán entregadas a municipios y
entidades sindicales de campesinos…’’
En el epílogo tras los
puntos del manifiesto de ‘La conquista del Estado’ escriben: ‘Nacemos con cara a la eficacia
revolucionaria, no buscamos votos, sino minorías audaces y valiosas. Buscamos
jóvenes equipos militantes, sin hipocresías frente al fusil y a la disciplina
de guerra. Milicias civiles que derrumben la armazón burguesa…’ Su estilo
romántico, soflamas, nacionalismo, creación de un estado nuevo, espíritu para
construir un hombre nuevo, consideración del momento oportunidad,… no hay
demasiadas diferencias con lo escrito entonces en ‘L’Estat Catalá’ o
‘Nosoltres sols’ por independentistas
catalanes, Daniel Cardona escribirá ‘’ ¿No
vale más que caigan tendidos por un tiro de browing que no que caigan por
siempre más en este surmenage moral y físico?… La causa de Cataluña requiere
una browning (pistola) en cada bolsillo para se respete nuestro derecho...’’
La Universidad y la
juventud siempre fueron imprescindibles en los movimientos de masas, y los
campesinos –en aquellos momentos- y los trabajadores… sin ellos no hablaríamos
de fascismo, de ahí las proclamas que tratan de sumar adeptos, las promesas,
las contradicciones entre lo escrito y lo realizado, visibles a posteriori no a priori. Y el culto al
héroe, a la aventura, el culto a la muerte.
Los
individuos que formaron parte en el nacimiento de los movimientos fascistas
durante los años veinte y treinta, no creían en aquellos momentos, que
estuvieran cometiendo atrocidades, ni ellos ni los fascistas actuales, no creyeron
ser monstruos ni asesinos desalmados; por el contrario se consideraban buenas
personas, se creían los mejores, intentaban arreglar aquella sociedad en crisis
según sus ideas, aunque ello supusiera imponérselas a los demás y si fuera
preciso por su resistencia, atropellándolos, su grado de violencia practicado
dependía de la resistencia encontrada; eran gente mística, religiosa en su
mayoría, creyente en la bondad de sus actos y la maldad de los demás
individuos, y también fueron jóvenes que soñaban con revoluciones. Por supuesto
en los grupos siempre hubo quienes defendían los intereses de los propietarios
agrarios, de banqueros e industriales, racistas, xenófobos, supremacistas,
anticomunistas...
Incluso
en los momentos de mayores brutalidades, los fascistas decían hacerlo bajo el
convencimiento de construir un mundo nuevo que resolvería todos los problemas
de la nación, ellos eran los elegidos, amantes patriotas y en ocasiones, en
otras parcelas de la vida cariñosos padres de familia. Fue después de varios
años de implantación, tras consolidar su dominio social, con palizas,
asesinatos, abundantes festejos y manifestaciones masivas, enfrentamientos con
quienes se resistían a su implantación, fue después, tras generar masacres
inmensas allí donde se hicieron con el poder estatal, que la historia aplicó el
calificativo de horrorosa brutalidad a los comportamientos y resultados que pusieron
en marcha los fascismos. Pero transcurrió mucho tiempo hasta que el mundo pudo
ver y analizar los resultados de aquella barbarie, identificando entonces el
fascismo con sus últimos desastres, quedando un poco en el olvido su nacimiento
y consolidación.
El tema sorprende, porque fascista es un concepto que
tiene connotaciones muy negativas para quienes lo utilizan,
y precisamente es utilizado por quienes tienen comportamientos fascistoides, se
están insultando a sí mismos, si no fuera porque ellos en su idealización se
consideran a salvo de toda influencia negativa, si no fuera porque están
convencidos de actuar como pueblo elegido, se insultarían a sí mismos si no
fuera porque la ideología supremacista se les ha metido en la sangre y les
faculta para despreciar a cualquiera; señas de comportamiento inequívocamente
fascista. Hoy los indepes utilizan el concepto fascista profusamente para
descalificar al otro, a quien no sigue a rajatabla la letanía secesionista, sea
Marsé o Serrat, Coixet o los periodistas no comprados, los niños en un
colegio o los padres de barrios obreros de la Región Metropolitana de
Barcelona.