Revista Opinión

Comienzo de los fascismos.Y Cataluña (3)

Publicado el 19 noviembre 2018 por Manuhermon @manuhermon
En febrero de 1931, en Madrid se distribuye el ‘Manifiesto político: La conquista del Estado’, firmado por grandes figuras del fascismo español, entre otros por Ramiro Ledesma Ramos, Ernesto Giménez Caballero, Juan Aparicio, y otros. En el manifiesto, escriben: ‘’España atraviesa hoy una crisis política, social y económica, tan honda, que reclama ser afrontada y resuelta con el máximo coraje. Ni pesimismos ni fugas desertoras deben tolerarse ante ella. ’’… ‘’España vive desde hace casi tres siglos en perpetua fuga de sí misma…en una autonegación suicida de tal gravedad, que la sitúa en las lindes mismas de la descomposición histórica. Hemos perdido el pulso universal. Nos hemos desconexianado de los destinos universales…frente a ellos, más allá que ellos, sin división lateral de derechas e izquierdas…iniciamos una acción revolucionaria en pos de un Estado de novedad radical…
En los puntos de ‘La conquista del Estado’ los fascistas españoles escribirán: punto 8º ‘Auténtica elaboración de la Universidad española. En la Universidad radican las supremacías ideológicas que constituyen el secreto último de la ciencia y la técnica. Y también las vibraciones culturales más finas. ’’ Punto 9º: ‘’Intensificación de la cultura de masas, utilizando los medios más eficaces. ’’ Punto 11º: ‘’Plena e integral autonomía de los municipios, en las funciones propia y tradicionalmente de su competencia, que son las de índole económica y administrativa. ’’ En los siguientes puntos, podemos leer: ‘’ Estructura sindical de la economía…Potenciación del trabajo; Expropiación de los terratenientes. Las tierras expropiadas se nacionalizarán y serán entregadas a municipios y entidades sindicales de campesinos…’’ En el epílogo tras los puntos del manifiesto de ‘La conquista del Estado’ escriben: ‘Nacemos con cara a la eficacia revolucionaria, no buscamos votos, sino minorías audaces y valiosas. Buscamos jóvenes equipos militantes, sin hipocresías frente al fusil y a la disciplina de guerra. Milicias civiles que derrumben la armazón burguesa…’ Su estilo romántico, soflamas, nacionalismo, creación de un estado nuevo, espíritu para construir un hombre nuevo, consideración del momento oportunidad,… no hay demasiadas diferencias con lo escrito entonces en ‘L’Estat Catalá’ o ‘Nosoltres sols’ por independentistas catalanes, Daniel Cardona escribirá ‘’ ¿No vale más que caigan tendidos por un tiro de browing que no que caigan por siempre más en este surmenage moral y físico?… La causa de Cataluña requiere una browning (pistola) en cada bolsillo para se respete nuestro derecho...’’ La Universidad y la juventud siempre fueron imprescindibles en los movimientos de masas, y los campesinos –en aquellos momentos- y los trabajadores… sin ellos no hablaríamos de fascismo, de ahí las proclamas que tratan de sumar adeptos, las promesas, las contradicciones entre lo escrito y lo realizado, visibles a posteriori no a priori. Y el culto al héroe, a la aventura, el culto a la muerte. Los individuos que formaron parte en el nacimiento de los movimientos fascistas durante los años veinte y treinta, no creían en aquellos momentos, que estuvieran cometiendo atrocidades, ni ellos ni los fascistas actuales, no creyeron ser monstruos ni asesinos desalmados; por el contrario se consideraban buenas personas, se creían los mejores, intentaban arreglar aquella sociedad en crisis según sus ideas, aunque ello supusiera imponérselas a los demás y si fuera preciso por su resistencia, atropellándolos, su grado de violencia practicado dependía de la resistencia encontrada; eran gente mística, religiosa en su mayoría, creyente en la bondad de sus actos y la maldad de los demás individuos, y también fueron jóvenes que soñaban con revoluciones. Por supuesto en los grupos siempre hubo quienes defendían los intereses de los propietarios agrarios, de banqueros e industriales, racistas, xenófobos, supremacistas, anticomunistas...
Incluso en los momentos de mayores brutalidades, los fascistas decían hacerlo bajo el convencimiento de construir un mundo nuevo que resolvería todos los problemas de la nación, ellos eran los elegidos, amantes patriotas y en ocasiones, en otras parcelas de la vida cariñosos padres de familia. Fue después de varios años de implantación, tras consolidar su dominio social, con palizas, asesinatos, abundantes festejos y manifestaciones masivas, enfrentamientos con quienes se resistían a su implantación, fue después, tras generar masacres inmensas allí donde se hicieron con el poder estatal, que la historia aplicó el calificativo de horrorosa brutalidad a los comportamientos y resultados que pusieron en marcha los fascismos. Pero transcurrió mucho tiempo hasta que el mundo pudo ver y analizar los resultados de aquella barbarie, identificando entonces el fascismo con sus últimos desastres, quedando un poco en el olvido su nacimiento y consolidación.
El tema sorprende, porque fascista es un concepto que tiene connotaciones muy negativas para quienes lo utilizan, y precisamente es utilizado por quienes tienen comportamientos fascistoides, se están insultando a sí mismos, si no fuera porque ellos en su idealización se consideran a salvo de toda influencia negativa, si no fuera porque están convencidos de actuar como pueblo elegido, se insultarían a sí mismos si no fuera porque la ideología supremacista se les ha metido en la sangre y les faculta para despreciar a cualquiera; señas de comportamiento inequívocamente fascista. Hoy los indepes utilizan el concepto fascista profusamente para descalificar al otro, a quien no sigue a rajatabla la letanía secesionista, sea Marsé o Serrat, Coixet o los periodistas no comprados, los niños en un colegio o  los padres de barrios obreros de la Región Metropolitana de Barcelona.

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