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Comienzos de novela: Promesas y ganchos

Publicado el 21 enero 2014 por Escrilia @escrilia

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Supongamos que usted es un editor y tiene una enorme pila de historias enviadas por iniciativa propia de autores nóveles que desean hacerse conocer. Además tiene una reunión editorial, tres llamadas importantes que devolver esa mañana y un problemita a resolver con el departamento de arte. Toma e primer manuscrito y empieza a leer. ¿Qué tan lejos llegará antes de decidir si leerá el resto o lo enviará de nuevo al remitente con una carta modelo de rechazo?

Antes de contestar echemos una mirada al otro lado de esta situación:

Usted es un escritor novel y trabajó muy duro hasta terminar su primera obra. Tiene muchas esperanzas puestas en ella (si no fama y fortuna instantánea, al menos publicarla). Este manuscrito es importante y, en un mundo ideal, cualquier editor le prestaría cierta atención, leyéndolo sin distracciones, concentrado, de principio a fin.

Pero no estamos en un mundo ideal. La verdad es que tiene de tres a cinco páginas (como máximo) para atrapar la atención de un editor y motivarlo a seguir leyendo su primera novela.

¿Esto lo desanima? No debería. Es sólo un hecho de la vida literaria al igual que las declaraciones de la renta por royalties ​​y los críticos ineptos. Pero, a diferencia de aquellos fenómenos lamentables, esto puede ser una ventaja.

Una vez que haya aceptado la realidad de que tiene sólo tres páginas para causar una buena impresión puede dedicar el tiempo suficiente a revisar, reescribir, pulir y hacer brillar ese comienzo hasta asegurarse que convenza a un editor de su calidad literaria.

Puede incorporar de forma deliberada cualidades que hagan ese arranque original e interesante. Los elementos a tener en cuenta para lograr este objetivo son cuatro:
Personajes – Conflicto – Detalles – Credibilidad
Ya lo sé, a estos elementos estarán presentes durante toda la novela, pero para los comienzos hay formas particulares de incorporarlos.

Pero antes de ponernos de lleno con estos elementos, hay que considerar algo básico en el inicio de cualquier historia: Las promesas implícitas.

Toda historia hace dos promesas al lector, una emocional y otra intelectual, porque las historias nos hacen sentir y pensar.

La promesa emocional es: Lea esto y usted estará entretenido, o asustado, o asombrado, o excitado, o triste, o nostálgico, u optimista. Cualquiera de ellos, pero siempre absorbido por la lectura.

Hay tres versiones de la promesa intelectual:
1. Lea esto y verá el mundo desde una perspectiva diferente.
2. Lea esto y confirmará lo que usted ya quiere creer sobre este mundo.
3. Lea esto y conocerá un mundo más interesante que este.
Las primeras son excluyentes entre sí, pero la última promesa puede hacerse de forma individual o combinada con cualquiera de las otras dos.

Por lo tanto, un romance promete entretener y excitar al lector, para confirmar la creencia de que “el amor puede conquistarlo todo”, y transportarlo a un mundo glamoroso, donde la protagonista (y por identificación quien lee) es bella, bien vestida y finalmente amada. Una novela de misterio promete un entretenido desafío intelectual, confirmando que la mente humana puede interpretar una serie de eventos para deducir otros, nos empuja a desear  impartir justicia y (a veces) nos sorprende con el ingenio del protagonista. Así cada género.

Como escritor, debe saber cuáles son las promesas que usted le hace a sus lectores. Ellos lo sabrán. Sus lectores quizás compren su libro porque pertenece a un género que promete ciertas cosas (de allí que es tan importante la elección del género). O quizás el lector se acercó a su historia sin prejuicios y deberá descubrir su propuesta desde los personajes, el tono, el argumento y el estilo.

Mientras lee las tres primeras páginas, su lector conoce qué le promete el resto de la historia. El resto de la novela debe cumplir esas promesas. El final sólo es satisfactorio si lo hace.

Este análisis implica que usted debe conocer desde el principio cuáles son las promesas implícitas en su novela. En realidad esto es a la vez cierto y falso. El primer borrador que escriba debe contener estas promesas en su comienzo, desarrollarlas en la sección media y cumplirlas en el final. Pero escribir una historia no es una acción estructurada y mecánica como construir una casa. No hay planos detallados, sólo bocetos delineados, forzosamente imprecisos. Hay ocasiones en  que un escritor no sabe qué promesas está haciendo en realidad hasta que las ve plasmadas en su primer borrador. Y esto está bien, ya habrá tiempo de revisiones, correcciones y reescrituras. Lo importante es entender que usted está haciendo unas promesas implícitas al lector, siempre.

En su primera escena, desde las primeras frases, el principal objetivo de su escritura es mantener al lector interesado y esto se consigue concentrándose en esos cuatro elementos antes mencionados:

Personajes
El inicio de su novela debe ofrecer al lector una persona en la que enfocarse. En una novela, el o los protagonistas puede tardar en aparecer y en ese caso otro personaje debe llevar el peso de la atención.

Algunas novelas se concentran en alguna otra cosa con la fuerza necesaria para reemplazar un personaje. En Las uvas de la ira, John Steinbeck dedica todo el primer capítulo a la descripción detallada de la devastación que provocó la gran tormenta de polvo de Oklahoma. Este comienzo funciona porque este panorama desolador se convierte en motivo y símbolo de toda la novela. Este tipo de estructuras es muy raro.

Lo mejor que se puede hacer es presentar un personaje, lo más rápido posible.

Conflicto
La clave del conflicto es que se presenta en el momento que algo no va como debería. Sus lectores deben intuir esto en sus primeros párrafos. Generar conflicto no implica que aparezca un cuerpo despedazado en la primera frase (aunque podría).

Los conflictos pueden ser de distintos tipos: Personaje contra personaje (como los clásicos de héroes y villanos), personaje contra naturaleza (tormentas, desiertos, montañas, catástrofes naturales), o personaje contra la sociedad (discriminación, lucha contra el sistema).

En otras historias los conflictos serán de menor escala, como asuntos familiares, desencuentros amorosos, concursos y competiciones. El conflicto incluso puede ser tan sutil que exista solamente en la mente del personaje, con el resto sin siquiera notar su ansiedad o disgusto. Pero no importa el tipo de conflicto que explore en su novela, debe vislumbrarse en el comienzo de la historia.

Novelas tan diversas y exitosas como Anna Karenina (León Tolstoy, una relación extramatrimonial), La hoguera de las vanidades (Tom Wolfe, una campaña electoral), La Metamorfosis (Franz Kafka, el protagonista se transforma en insecto), Corazón tan blanco (Javier Marías, un suicidio), La Carretera (Cormac McCarthy, mundo post apocalíptico), En el blanco (Ken Follet, peligro bacteriológico), El amor en los tiempos del cólera (Gabriel García Márquez, otro suicidio), todas muestran conflicto en su primera página. Lo que funciona para este ecléctico grupo de escritores funcionará para usted.

Comience con una indicación, sutil o manifiesta, de que algo no va como se espera, o de alguien que está experimentando emociones perturbadoras, o de que algo está a punto de cambiar. El lector deberá seguir leyendo.

Detalles
Los comienzos efectivos hacen uso de detalles específicos. Pueden ser sobre modos de hablar, escenario, personajes, pensamientos, cualquier cosa relevante.

El uso eficaz de los detalles, más que cualquier otro factor, distingue manuscritos publicables de los que tienen una buena línea argumental, pero de alguna manera “fallan en el desarrollo.” Con los detalles correctos usted obtiene tres ventajas:

- Los detalles anclan la historia a una realidad concreta. Impiden una generalización del escenario, el estado de ánimo, la forma en que se suceden las cosas.
- Los detalles específicos diferencian su novela de cientos de inicios similares. Huir de los genéricos. Su novela debe ser distinta, fresca, original.
- Los detalles convencen al editor de que usted sabe de lo que escribe.

Por el contrario, los detalles equivocadas pueden destruir su credibilidad en el primer párrafo.

Credibilidad
Incluso los detalles más precisos e interesantes, se verán debilitados si su prosa carece de credibilidad. La credibilidad, en este contexto, no es fácil de definir. Está relacionada con la confianza: la prosa creíble convence al lector de que usted como escritor puede manejar el idioma. En usted se puede confiar. En este sentido, la confianza ayuda al lector a suspender la incredulidad y entrar en el mundo que usted propone en la historia.

¿Qué constituye la prosa creíble? Bueno, es más que sólo hacer que los sujetos estén de acuerdo con los verbos y los modificadores no queden descolgados, aunque tales preocupaciones son una parte de ella. La esencia de la credibilidad es el control. La prosa creíble revela que usted controla sus palabras, oraciones y párrafos. Para lograr este efecto, si usted, como yo, no es ningún genio del lenguaje, se debe revisar lo revisado, corregir lo corregido, pulir el estilo hasta que brille. Como diría Hemingway: Obtener las palabras adecuadas.

Usted ¿Le dedica una atención especial al inicio de su novela? ¿Tiene en cuenta todos los elementos? ¿Qué novela lo enganchó desde la primera página?


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