La
respuesta a esta pregunta implica tener una visión a la vez compleja y
multifactorial del desempleo juvenil. Sin pretender establecer un orden de
prioridad entre los factores, el equipo BYEF de la Fundación Novia Salcedo defiende
la hipótesis según la cual los principales frenos al empleo juvenil son los
siguientes:
1) La
individualización de la cultura, la importancia del trabajo basado en el
conocimiento científico y en la innovación, la infravaloración del trabajo
manual, la preeminencia de la competitividad no-cooperativa y la difusión del
hedonismo.
2) El
modelo de relaciones laborales basado en el funcionamiento vertical y rígido,
la escasa participación de los trabajadores, la falta de transparencia, las perversidades
del diálogo social y la excesiva conflictividad.
3) El
modelo socioeconómico que privilegia la competitividad-precio, lo que se
traduce por un incremento de la precariedad laboral, la disminución de la masa
salarial, el auge de la pobreza y el aumento de las desigualdades sociales;
4) El
modelo de desarrollo basado en el productivismo, la crisis energética, el
calentamiento climático y la pérdida de biodiversidad que supone un coste
social, económico y medioambiental a corto, medio y largo plazo.
5) La
inadecuación del sistema educativo que propicia la abstracción y la
memorización en lugar de favorecer la adquisición y posterior utilización de
competencias transversales tales como el dominio de lenguas extranjeras, la
capacidad de análisis y síntesis o la interiorización de valores de
cooperación, participación, creatividad y emprendimiento.
6) El
desequilibrio del modelo productivo que se articula en torno al turismo y la
construcción, en detrimento de los sectores punteros en materia industrial y de
servicios basados en el conocimiento científico especializado; todo ello
asociado al déficit de innovación tecnológica y organizativa.
7) La
fragmentación, individualización, precarización y disminución del trabajo.
8) Las
políticas de empleo parciales, discontinuas, ineficaces, insuficientes y a
veces contradictorias, porque cada
institución implementa políticas propias y existe un déficit de coordinación
interinstitucional.
9) La
crisis económica iniciada en septiembre de 2008 se ha traducido en un
incremento del desempleo, de la precariedad laboral y de la pobreza asociado a
una disminución de la inversión social en educación, sanidad y servicios
sociales.
Todos
estos factores inciden sobre el paro juvenil, pero no de la misma manera. Los cambios culturales, por ejemplo, en la
medida en que refuerzan los valores de la persona frente a las instituciones,
pueden conducir a una competitividad que elimina a los débiles, pero también
pueden convertirse en una oportunidad para crear dinámicas de productividad
competitiva que, finalmente, se integren en un esfuerzo cooperativo de todas
las personas en torno al reforzamiento del bienestar social.
No
en vano, paralelamente a los obstáculos que hemos mencionado, existen fortalezas
que es preciso subrayar, tales como el sistema de formación profesional, las
empresas cooperativas, la mayor sensibilidad hacia la ética social, las
perspectivas de creación de empleo en la llamada “economía verde”, la apuesta
por la investigación, desarrollo e innovación, o la adhesión a los principios
de gestión compartida.
El paro juvenil no
tiene una única solución teórica. Puede ser abordado desde perspectivas muy
distintas. Tantas perspectivas como especialidades hay en el saber humano. La integración de las diferentes perspectivas
está en la acción. Para diseñar una
acción social, es importante partir de un análisis completo de la realidad, es
decir, tener en cuenta todas las perspectivas del problema. Esto es lo que
asegura el estudio científico de los problemas sociales. Hay miles de
investigadores que analizan los problemas sociales y nos permiten abordar su
solución desde ángulos muy diferentes. Pero no basta la planificación teórica
de la acción. Para el diseño de la acción social, lo más importante y lo más
difícil es crear una sinergia entre agentes de distinto nivel de análisis. En
el caso de la creación de empleo juvenil, es necesario crear una sinergia entre
los jóvenes que quieren trabajar, las empresas que quieren mejorar su
productividad y la sociedad que tiene que dejar claro qué bienes quiere consumir.
El consumo de bienes ha sido y es importante para el desarrollo económico, pero
decidir qué bienes básicos deben ser consumidos por los miembros de una
determinada sociedad es una cuestión muy urgente si queremos reducir las
desigualdades sociales. No es suficiente desarrollar el emprendimiento de los
jóvenes, promover la productividad y la innovación en las empresas. Hace falta
saber qué quieren consumir las personas de una determinada sociedad. Los
individuos y las empresas no funcionan en el vacío, sino en una sociedad que
impone determinados valores. Si las personas, empresas y sociedad no están
alineadas, va a ser difícil regular los procesos laborales.
Sabino
Ayestarán, coordinador equipo Bilbao Youth Employment Forum (BYEF)
Revista Coaching
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