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Cómo acabar de una vez por todas con la cultura

Publicado el 02 diciembre 2011 por Jlmaldonado
Cómo acabar de una vez por todas con la cultura

No a todo el mundo le gusta las películas de Woody Allen, tendencia respetable tanto como a los que sí, en donde me incluyo. En cada una de ellas destaca su ocurrencia, ironía, sarcasmo y una larga cantidad de calificativos que enmarcan a este polifacético artista. Pasando del cine a los libros, me topé con Conversaciones con Woody Allen, a través del cual confirmé la genialidad de este personaje, que con un exceso de humildad, asegura que no tiene nada de talento, que no entiende cómo ha llegado hasta donde ha llegado.

Lo cierto es que luego le tocó el turno a Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, un texto que ya desde su título, asoma a la ironía como base para construir este breve pero divertidísimo texto.Aquípropone acabar con el psicoanálisis, la mafia, la guerra, el ajedrez, los regímenes de bajas calorías, los libros, las películas de terror y un sinfín de cosas más. Su tono habitual es aquel que incita, que provoca, y que línea tras línea te hace carcajear pero siempre motivando a la reflexión. Tal vez en más de un texto peca de insolente, pero esto no le resta valor a lo que plantea, puesto que conociendo al personaje, ya uno va preparado a encontrarse con cualquier cosa.

La mayoría de los textos contenidos enCómo acabar de una vez por todas con la cultura, fueron publicados enla revista The New Yorker durante su época de colaboración en la misma (finales de los 60, principio de los 70). Sólo alguien con el talento y la inteligencia de Woody Allen, podía atreverse a semejante empresa: la de acabar con la cultura. Y más aún desde todos lo ámbitos posibles, que amén de los ya nombrados, también va desde lo político, la autoridad y lo religioso. Cualquier elemento que a usted se le ocurra, que evidentemente forme parte de la institución formal de una sociedad, está aquí, y su intención es desmontarlo y si es posible ridiculizarlo.

Freud, Niestzche, Kant, Churchill, Hitler, no se salvaron de su pluma. Y usted como estupendo y ávido lector que es, ya sabrá con quién se metía cuando dijo:

No sólo no hay Dios, sino que intenta conseguir un electricista un fin de semana.


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