Cuando éramos críos y alguien cometía una gamberrada, toda la clase era castigada hasta que aparecía el culpable, quien a veces, cobardemente, no daba la cara, con lo que toda la clase permanecía castigada. Otras veces, aunque apareciera el culpable, la clase era castigada igualmente. Era lo que se conocía pagar justos por pecadores.
Siempre he creído en esta solución para cientos asuntos que preferimos no ver, diciendo cosas como que "no es para tanto" o "esto pasa todos los días". Por ejemplo, la violencia en el fútbol. Si se cerrará durante un año el estadio cuya "pequeña parte de la afición" provoca altercados violentos o racistas, hace tiempo que los clubes y las aficiones habría erradicado esa violencia.
Los Sanfermines han comenzado en Pamplona y con ellos una estampa vergonzosa que ya se está convirtiendo en típica de la fiesta: chicas con los pechos al aire siendo manoseadas por grupos de chicos. De nada sirven las campañas de concienciación ni que la policía grabe a las muchedumbres con cámaras de alta definición. Los abusos sexuales han vuelto un año más. Desde aquí propongo al ayuntamiento de Pamplona que comience la iniciativa "Pagar justos por pecadores". El año que viene que amenacen con suspender la fiesta a la mínima imagen que se dé de abuso sexual. Y que cumpla la amenaza dado el caso. Veríamos entonces como la sociedad se conciencia y no se produciría ninguna de esas vergonzosas imágenes.