Así, ocurre que en la infancia, cuando tratamos a nuestros hijos con disciplina mal entendida, cuando les reprendemos por algo que han hecho mal sin explicarles el por qué, a base de “porque lo digo yo”, lo que hacemos es enseñarles simplemente autoritarismo en lugar de enseñarles a afirmarse.Si además, a su alrededor sólo observan conductas violentas, gritos, bofetones… los niños aprenden que ese es el camino correcto o como poco el más rápido para solucionar sus problemas en el futuro.Si luego, a lo largo de su vida se les educa fomentando la competencia, la competitividad mal entendida, en lugar de enseñarles a aprender de los errores, a no tener miedo a perder, el niño aprenderá a sentir rencor o envidia de los demás cuando se sienta fracasado, o se comportará de forma narcisista creyéndose superior a los demás cuando consiga el éxito.Así reconoceremos a una persona agresiva:Celoso, posesivo.Inseguro, con complejo de inferioridad y baja autoestima.Irritable sobre todo cuando le marcan límites, rebelde.Con dificultad para controlar su impulsividad.Experimenta cambios bruscos de humor.Tendencia a prejuzgar y estereotipar a los demás.¿Cómo actuar ante una persona agresiva?Lo primero que debemos tener en cuenta es que en el fondo toda crítica, toda agresión, toda provocación, además de ser una conducta aprendida en la infancia, en el momento expresa la frustración, la insatisfacción que en ese momento está sintiendo la persona agresiva. Según Marshall Rosenberg “los chacales son como jirafas con dificultades con el lenguaje”¿Qué significa esto?La jirafa tiene una gran visión de las cosas. Gracias a su largo cuello, no sólo puede observar y escuchar atentamente, sino que también puede ver más allá, ver el efecto de sus propias acciones a largo plazo. El chacal, en cambio, se mueve en un juego de poder que le lleva prejuzgar y etiquetar a sus víctimas; a manipularlas, a dominarlas mediante la violencia. Por tanto, una vez comprendamos que las personas que de entrada critican, agreden, provocan a los demás, sin duda lo hacen porque no saben comunicarse de otra manera, entonces sabremos que la mejor manera de actuar con ellos es simplemente no respondiendo a la provocación.
“No mordamos el anzuelo que nos lanza quien nos provoca: pensemos primero en qué es lo que necesita el pescador”¿Podríamos decir también “poniendo la otra mejilla”? No si por poner la otra mejilla entendemos aguantar estoicamente lo que nos echen. Poner la otra mejilla no es dar permiso para que nos agredan de nuevo. Poner la otra mejilla es entender (que no es lo mismo que tolerar) que quien actúa con violencia lo hace porque es prisionero de sentimientos como la impotencia, el miedo o el odio. Por eso no debemos alimentar esos sentimientos respondiendo con más violencia. Plantar cara al otro pero sin entrar en su juego.Porque no se trata de disculpar al agresivo diciendo que “en el fondo es bueno”, sino de tratar de entender por qué se comporta así y tratar de reconducir su conducta. Porque el agresivo también es capaz de actuar con bondad pero hay que enseñarle, darle la oportunidad.
Póster creado por Adarve Photocollage, retoque fotográfico
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