Dedicado a Tata, con gran cariño y agradecimiento-
Un tema que surge a menudo, tanto en mi círculo de amistades, como en el muro, es qué hacer cuando presenciamos un acto de violencia contra un niño de la mano de un adulto conocido.
En primer lugar, creo que nadie tiene derecho a juzgar a los demás, ni de calificarle de mejor o peor madre o padre, menos aún en estos casos, ya que una persona que comete un acto de violencia contra un niño probablemente está pidiendo ayuda a gritos.
Cuando se recurre a la violencia - no creo que nadie lo haga por diversión - se suele hacer por falta de recursos, por lo que evidentemente, esa persona necesita conocer nuevas maneras de gestionar su estrés, de comprender mejor los comportamientos y necesidades de los niños - y obviamente, adquirir conocimientos en el área de la crianza no punitiva, es decir Aprender a Educar sin Gritos, Castigos ni Amenazas, tal y como afirma el título del libro de Naomi Aldort.
¿Qué siente un niño cuando es agredido?
Si nos ponemos en el lugar del niño, percibimos la agresión, la indefensión, la injusticia, el dolor, la tristeza, la decepción y el desamparo. Posiblemente con esos sentimientos cohabiten deseos de venganza (en niños un poco mayores), frustración y muchas otras emociones negativas.
¿Qué sienten los padres cuando agreden a sus hijos?
Puede que sientan impotencia, rabia, culpa, y que se les haya acabado la paciencia, los recursos. Es muy probable que ellos, a su vez, hayan sido criados de forma punitiva, adiestrados para dormir, tratados con gritos, amenazas, golpes, y estén simplemente repitiendo patrones de crianza, bien sea por "inercia" (falta de autocuestionamiento), o por ni siquiera conocer la existencia de otras formas de criar.
¿Cómo podemos ayudar en una situación de violencia contra un niño?
Por más duro que suene en principio, también es conveniente empatizar con los padres - no para justificar sus acciones, sino para comprender la necesidad de apoyo que tienen, cuánto desagrada que nos critiquen, que alguien juzgue nuestra manera de criar - y por ende, poder actuar con tacto y delicadeza.
Cuando actuamos así, desde el centro, desde un lugar de paz dentro de nosotros mismos, no desde el juicio, ni señalando a la otra persona, muchas veces logramos crear conciencia.
Conversando el tema con una amiga muy querida, en este caso concreto hablábamos de su vecina que usaba el Método Estivill para "enseñar" a dormir a su bebé de pocas semanas, ella lo oía llorando durante horas y horas cada noche, y oía a través de las paredes a la madre gritándole al bebé. Mi amiga me comentó algo que hacía su tía en estos casos para que la otra persona no se sintiera juzgada ni atacada: buscaba material bibliográfico sobre el tema, con recursos para manejar adecuada y respetuosamente la situación y se lo hacía llegar de forma anónima.
La tía de mi amiga imprimía artículos sobre el problema y los metía en el buzón, o bajo la puerta de la otra persona, de noche, sin tocar el timbre, de manera que no supiera quién se los ha dejado, y lo tomara de forma más abierta.
En la soledad de la noche, o a la mañana siguiente, la otra persona encontraba los papeles, los leía en la intimidad de su casa, sin tener que darle la cara a nadie, sin tener que contener las lágrimas, sin tener que contestarle a nadie ni justificarse. Sola ante una información que cayó en su regazo de la nada, sin rostro. Sola ante la posibilidad de descubrir maneras más amables y respetuosas de criar.
¿Y ustedes qué opinan? ¿Qué suelen hacer en situaciones similares? Cuéntenme...
Lecturas relacionadas:
- Ser Padres sin Castigar, libro digital de lectura gratuita online, de Norm Lee.
- Aprender a Educar sin Gritos, Castigos ni Amenazas, de Naomi Aldort. Envío disponible para el mundo entero: envía un e-mail a [email protected] mencionando título/autor, nombre/apellido, ciudad/país y te informo.
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