Venezuela cuenta con las mayores reservas de crudo conocidas del mundo, pero su peso en el mercado petrolero global es muy inferior a su potencial después de una década de caída de la producción y de descenso de las exportaciones. Los mercados internacionales no se han inmutado tras conocerse la muerte del presidente Hugo Chávez. Parece que los inversores dan por descontado que no habrá cambios inmediatos en la política energética del país y que posibles repercusiones para el sector sólo vendrán, como pronto, a medio plazo.
El mercado de petróleo en ocasiones parece hipersensible a eventuales incertidumbres sobre el futuro de los grandes productores mundiales. La inestabilidad geopolítica en las regiones con peso real en la composición de la oferta global del crudo tiene efectos evidentes en la cotización del barril. De Irán a Nigeria, de Arabia al Golfo de México... los riesgos reales o simples augurios de complicaciones suelen traducirse en subidas (como mínimo temporales) del precio del crudo.
Y sin embargo, la intuida incertidumbre que algunos anticipaban que se abriría en Venezuela -el país con mayores reservas petroleras del mundo- con la muerte del presidente Hugo Chávez apenas está teniendo efecto alguno en los mercados internacionales de petróleo. Los vaticinios apresurados de algunos expertos recién conocida la desaparición del gran tótem del populismo latinoamericano (populismo alimentado, además, por los ingresos petroleros) anticipaban de forma intuitiva una inmediata subida de precios. Un efecto alcista que para nada se está produciendo.
Unos mercados en calma
Los inversores no se inmutaron por el fallecimiento de Chávez, y el mercado de futuros de crudo -tanto del europeo Brent como del estadounidense West Texas- se mantiene desde que se conoció la noticia incluso con ligeras caídas. Los mercados descuentan que la desaparición del líder bolivariano no implicará cambios a corto plazo en la política energética del país, y más teniendo en cuenta que el escenario más previsible tras las nuevas elecciones a las que se enfrentará el país es la continuidad en el poder del partido de Chávez, ahora comandado por el vicepresidente Nicolás Maduro.
"Los inversores saben que la muerte de Chávez ni implicará la apertura inmediata del sector petrolero a inversores extranjeros para elevar la producción ni tampoco un parón brusco de la actividad petrolera", apunta Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía del Real Instituto Elcano. "Simplemente, no parece que vaya a haber grandes cambios".
Los expertos apuntan a que la eventual revisión de la política petrolera debería pasar por un incremento de la producción después de una década a la baja. Un cambio de rumbo que sólo es esperable, en todo caso, que comience a medio plazo y que sus efectos en el mercado global de crudo se dejarían notar años después. Además, ese deseado aumento del volumen de producción venezolana tendría como consecuencia lógica una presión a la baja de los precios. "Las enormes reservas de petróleo de Venezuela no serán liberadas en los mercados globales de crudo de forma inmediata y el impacto sobre los precios a corto plazo será limitado", explica Ole Hansen, analista de materias primas de Saxo Bank. "No se espera un cambio en la actual situación política en el corto plazo. Las próximas elecciones seguramente tendrán como resultado la victoria del Partido Socialista Unido y las reformas en el mercado podrían comenzar solo cuando la oposición esté lista para tomar el mando", apunta.
Una década de caída de la producción
Venezuela concentra las mayores reservas conocidas de petróleo del mundo... o las segundas mayores después de Arabia Saudí, depende de la fuente estadística que se atienda y de la metodología que se utilice para el cálculo (las cifras varían entre los registros de la Agencia de Información de Energía de EEUU, la Agencia Internacional de la Energía, la Opep y el BP Statistical Review). Sin embargo, lejos de seguir explotando ese potencial, la producción venezolana de crudo ha caído notablemente en la última década como resultado, según las quejas del sector, de la hostilidad del Gobierno de Chávez hacia las petroleras internacionales, que ha conllevado para algunas su salida del país, y por la falta de inversiones y expansión del gigante estatal PDVSA. A pesar de sus enormes reservas (entre un 15 y un 18% del total mundial), Venezuela concentra tan solo un 3,5% de producción global de petróleo, frente al más del 13% de Arabia.
La producción de petróleo venezolana se sitúa actualmente en el entorno de los 2,5 millones de barriles diarios, un millón menos que cuando llegó Hugo Chávez al Palacio de Miraflores hace catorce años.
Venezuela se disputa con Arabia Saudí el título de segundo mayor proveedor petrolífero de Estados Unidos (el mayor exportador es Canadá), pero los volúmenes que Caracas coloca al imperio americano llevan tiempo descendiendo. EEUU lleva años reduciendo sus importaciones de crudo y eso se ha traducido en un severo encogimiento de las ventas venezolanas al vecino del Norte: las exportaciones venezolanas a EEUU han pasado de los 46,5 millones de barriles mensuales hace una década a apenas unos 32 millones el pasado diciembre, según datos de la Agencia de Información de Energía estadounidense.
"Una década que desarrolló un ámbito hostil para las compañías petroleras extranjeras y que finalmente llevó a su expulsión ha provocado una caída en la producción de casi un millón de barriles diarios durante este periodo. La compañía estatal venezolana PDVSA ha ido asignando cada vez más sus ingresos a la subvención de varios programas gubernamentales (...) El resultado de ello ha sido la falta de inversiones al madurar los yacimientos petrolíferos más antiguos y no explorarse yacimientos nuevos, de ahí la merma en la producción", sostiene Hansen, de Saxo Bank. "Las reformas y la reintroducción de la inversión extranjera no sucederán de un día para otro, posiblemente haya que esperar unos años", augura.
Por culpa Venezuela, ¿sube o baja el crudo?
Algunos expertos dibujan un doble escenario en que las vicisitudes de Venezuela tendrían un impacto directo en la cotización internacional del crudo. Impacto directo… y antagónico. Por un lado, la inestabilidad política y los problemas económicos que atraviesa el país podrían hacer volver la conflictividad laboral al sector petrolero venezolano. Una eventual huelga que paralizara la producción nacional tendría un efecto inmediato en los mercados internacionales y haría que se dispararan de forma temporal los precios.
"Pero solo de forma temporal. Venezuela exporta ahora 1,7 millones de barriles diarios. Si se produjera esa huelga, Arabia Saudí podría elevar su producción y suplir las exportaciones venezolanas en el mercado en apenas semanas", explica Escribano, del Real Instituto Elcano. "Los problemas de suministro de Venezuela tendrían un impacto inmediato en el precio, pero sería un efecto vinculado a la prima de riesgo geopolítico no un problema de volumen. Esa pérdida de 1,7 millones de barriles podría ser digerida por un mercado mundial con un volumen de unos 90 millones de barriles diarios".
Por otro lado, el segundo escenario en que Venezuela ejercería un efecto directo en la cotización internacional del crudo pasa por una nueva política energética que se volcara, por convicción o por necesidad, en un incremento de la producción del país. Y en ese caso, el efecto sobre la cotización, en principio, sería la de tirar a la baja los precios por un aumento de la oferta. Si los nuevos mandos del chavismo sin Chávez o, en su caso, la oposición en futuro se deciden a intentar recuperar la producción perdida parece claro que lo tendrán que hacer abriendo aún más su sector a la inversión extranjera. Las nuevas tecnologías necesarias para reactivar los yacimientos maduros venezolanos o para explotar otros nuevos están, hoy por hoy, en manos de los grupos petroleros internacionales, no en los de la estatal PDVSA.
"Tanto si la producción continúa con su declive en el futuro como si hay un colapso de precios que impide cubrir las necesidades del país con los ingresos por petróleo, Venezuela tendrá que adoptar medidas para elevar la producción. Unas medidas que pasan por elevar la inversión en el sector y que implicaría abrir la industria petrolera a nuevas inversiones extranjeras", sostiene Escribano. Tiempo al tiempo.
Con Chávez en el poder, Venezuela expropió los proyectos de explotación que tenían en marcha Exxon y Conocophillips, y ambas compañías están pendientes de la resolución de los millonarios arbitrajes internacionales en marcha. Pero siguen en el país otros grupos extranjeros como Chevron, Eni, Total o la propia Repsol, que tiene en Venezuela su tercer mayor mercado en términos de reservas probadas (con un 18,5% del total). La petrolera española, de hecho, ha elevado su producción venezolana en 2012, año en el que invirtió en el país nada menos que 674 millones de euros.
Una petrolera 'social'
Los ingresos de PDVSA y, con ello, del gobierno bolivariano de Chávez han crecido, y mucho, gracias al alza de los precios del crudo, que han compensado con creces el descenso de la producción nacional. Los registros de Bloomberg muestran que la facturación de PDVSA se dispararó hasta los 125.000 millones de dólares el año pasado, frente a los apenas 42.000 millones que ingresaba hace una década. Y eso que su producción habría caído al menos un 12% en ese mismo periodo.
"La muerte de Hugo Chávez ofrece una oportunidad para el campeón energético de Venezuela de dejar de ser sencillamente una compañía nacional de petróleo. Si el fervor revolucionario convirtiera el petróleo en dinero, los venezolanos serían los ciudadanos más ricos del mundo", proclamaba Financial Times en una de sus Lex Column. "Sin embargo, lo que en realidad necesita la PDVSA es un contacto con la realidad capitalista. Si lo que desea es conseguir el máximo valor de sus reservas de gas y petróleo, Venezuela tendrá que captar inversión extranjera", sostenía el diario, que tradicionalmente no ha ahorrado críticas a las políticas del desaparecido líder venezolano.
Desde los sectores de izquierda, tanto políticos como sociales, se celebra como gran argumento para la defensa del chavismo su política de derivar los ingresos de la petrolera estatal para la financiación directa de algunos de sus grandes programas sociales (de erradicación del analfabetismo, de expansión de la sanidad a zonas rurales...). Y es esa misma política la que desde el sector petrolero mundial y desde la gran amalgama de detractores del líder venezolano se señala como responsable del estancamiento de PDVSA, condenada al declive por la falta de inversiones, y de arrastrar a la economía del país tras ella.
El escenario más probable a partir de ahora es que el chavismo sin Chávez continúe con esa política redistributiva de los ingresos de PDVSA y que el país siga montado en la ola de un barril por encima de los 100 dólares para contener eventuales reformas de apertura en el sector petrolero. A la espera de un insostenible declive de la producción o de una preocupante caída de los precios petroleros, es improbable que el nuevo Gobierno mueva ficha. - Expansion.
Análisis de los mercados financieros BVL y NYSE