Con las condiciones necesarias de desigualdad, pobreza y opresión se puede desencadenar una protesta, con una protesta exitosa y las cantidades suficientes de los materiales antes citados puede generarse una revolución. Si una triunfa, todos los aquejados de los mismos males intentarán curarse con el medicamento que saben que le ha funcionado al vecino: otra revolución. La Revolución Americana trajo a La Revolución Francesa, estas dos trajeron la independencia de las colonias españolas y la oleadas revolucionarias liberales de 1848. Todo en un plazo cortísimo.
Hoy en día con los nuevos medios de producción y comunicación todo es más rápido y las revueltas en Túnez quitaron el miedo a los oprimidos de otros países cercanos que sufrían la misma sed -material e inmaterial-. La caída de Ben-Alí hizo creer a los egipcios que podrían acabar con Mubarak, y así era. Cada uno de estos hechos animaba cada vez más a pedir respeto y mejoras a los pueblos. El último fue Libia.
Los imperios al inicio de las revueltas hicieron caso omiso, pensando que sus dictadores resistirían. Reino Unido, Francia y Estados Unidos, mayoritariamente, vendían armas y le hacían gracias a todos los dictadores de Oriente Medio y el norte de África. Una ministra francesa llego a prestarse a entrenar a los antidisturbios del régimen tunecino. La imagen de Reino Unido y Francia, no tan herida como la estadounidense en la zona, se ha ido al traste: son los nuevos tiranófilos europeos. Ante esta tesitura y al cambio del contexto en la zona, estas dos potencias se han visto obligadas a cambiar de parecer y apoyar las revueltas. Oh, la diplomacia. Libia no iba a ser menos y creyendo que las revueltas serían lo suficientemente fuertes para acabar con Gaddafi y buscando poder seguir comerciando con el petróleo cambiaron de bando y pasaron de apoyar a Gaddafi a aceptar como interlocutor a la CNT -Consejo Nacional Transitorio-, el alto mando rebelde.
Este es el contexto de la jugada: las principales potencias militares de la UE y los Estados Unidos con los dedos pillados en su apoyo a la revolución libia, para ganarse el favor de un futuro régimen político y del futuro contexto árabe, han visto como perdían Libia a favor del dictador que antes apoyaban y que ahora habían dejado en la cuneta. La política hace extraños compañeros de cama y vamos a acabar viendo como los mismos que vendían armas al dictador pasan a bombardear puestos militares de este para apoyar a una revolución.
Aún así es positivo para las revueltas, si hubiesen sido aplastadas aquí de manera militar hubiese sido un golpe moral para el resto del mundo árabe que está luchando por mejorar su situación y que está mostrando una sensibilidad muy fuerte por todo lo que pasa en cada país. Un triunfo de la revolución por vía militar, lo que conllevaría a un régimen mucho más cercano a las peticiones del pueblo que en Egipto o Túnez, daría también un nuevo empuje a las revoluciones en toda la región.
Las potencias occidentales aún así no salvan sus contradicciones con el mundo árabe, que ve como se movilizan en Libia y no mueven un dedo para frenar la represión en Bahrein o Arabia Saudí donde los intereses de estas mismas potencias son mayores. Repitiendo el esquema del pasado aún esperan que estos líderes resistan, quizás repitiendo el mismo error y precipitándose a la quiebra política total en la región.
PD: En twitter ya me están mencionando por este post, que es meramente informativo. Si alguien tiene dudas, mi postura acerca de los acontecimientos está más que reflejada en este post de Mendigo. Totalmente de acuerdo, sobre todo desde que se que la ONU ha prohibido que el ataque incluya “fuerzas de ocupación”.