En este post os hablaré del “feng Shui”, y como arte milenario Chino puede ayudaros en la ordenación de espacios de trabajo, sobre todo en oficinas. Este arte, se fundamenta en la observación de la naturaleza, estudiando las corrientes energéticas, para controlarlas, pues su flujo se ve modificado por la forma y disposición del espacio, pudiendo influir en nuestra salud física y mental.
El término “Feng” se traduce como viento y “Shui” como agua. Según la tradición China, la energía o “Chi“, se esparce con el viento y se recoge con el agua. El Feng Shui, promueve la circulación de lo que se llama energía favorable, mediante el equilibrio entre el Yin y el Yang, la correcta distribución de las cinco fases (fuego, tierra, metal, agua y madera) y la influencia de las ocho direcciones y sus trigramas “Pa Kua o Bagua”. Cuando la energía positiva recorre con libertad un ambiente, entonces podemos beneficiarnos todos.
Los antiguos filósofos chinos plantearon la teoría de los 5 elementos como expresión de los fenómenos naturales y los cambios (estaciones, clima, etc.). Cada elemento representa una fase o estado energético del Chi. Según el Feng Shui un espacio será poco armónico y no confortable, si se produce un exceso o una falta de alguno de estos elementos.
La interrelación entre ellos, está representado en una serie de materiales, objetos, colores, que al ordenarlos adecuadamente equilibran las energías. Se pueden utilizar para manipular la energía, influenciando en lo que podría ser la ergonomía ambiental.
El pilar sobre el que se sustenta el Feng Shui es la teoría del Yin (profundidad, tranquilidad, la femineidad, la suavidad, la tierra y oscuridad) y el Yang (movimiento, el sol, color rojo, masculinidad, la fuerza y luz), es decir la existencia dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en el universo. La energía Chi se encuentra equilibrada entre estas dos fuerzas.
El Ying-Yang con los 5 elementos tiene relaciones: Agua (Yin absoluto), Metal (más Yin que Yang, energía que tiende al Yin), Tierra (centro, equilibrio), Madera (más Yang que Yin, energía que tiende al Yang) y Fuego (Yang absoluto).
De acuerdo con la empresa, un espacio físico será más adecuado que haya cierto predominio de un tipo de energía sobre otra, pero siempre evitando los excesos. Así, por ejemplo, los lugares donde se descansa o es necesario relajarse deben ser más Yin, y aquellos donde se hacen actividades más dinámicas requieren una energía más Yang.
Pero vamos a complicarlo un poco más. Los trigramas del Pakua (o Bagua), representa 8 estados de cambio y que son símbolos compuestos por tres líneas que pueden ser quebradas (Yin) y/o enteras (Yang). La combinación de 3 líneas Yin y Yang da lugar a los trigramas que representan las ocho fuerzas básicas de la Naturaleza: el Cielo, la Tierra, el Trueno, la Montaña, el Agua, el Fuego, el Lago y el Viento. Cada Trigrama está asociado a un aspecto de la vida: salud y familia, saber y conocimiento, carrera profesional, etc.
Ayudándonos de los principios del Feng Shui podemos “diseñar” una zona de trabajo en el que haya armonía y equilibrio energético, logrando el bienestar completo (cuerpo y mente).
- El espacio de trabajo debe ser organizado y limpio, para no bloquear la energía
- La ubicación de la mesa de trabajo debe seguir estos criterios:
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- Nunca debemos sentarnos de espaldas a la puerta, tampoco directamente delante, recibiríamos la energía negativa. Debemos visualizar la puerta pero sin estar enfrentados a ella, “dominando” el espacio. Si nos colocamos en frente de la puerta podríamos colocar una planta alta alineada con ella.
- Si nos vemos obligados a colocarnos de espaldas a la puerta frente a una pared convendría colocar un pequeño espejo de forma que “refleje” ligeramente la puerta, para “cubrir energéticamente” la espalda, de esta forma nos sentiremos con más seguridad. Y en la pared que nos queda enfrente sería aconsejable poner una imagen de cielo abierto, para “abrir” nuestro espacio y nuestras proyecciones y perspectivas en esa ac
- Detrás de la mesa de trabajo debe existir una pared sin ventanas ni puertas, para tener una protección detrás de la espalda durante el trabajo. Podemos potenciar la protección con un cuadro de un paisaje montañoso. Si existe ventana detrás de nosotros y no podemos altearlo, podemos poner cortinas y tener una silla con respaldo ancho, sólido y alto.
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- Disposición de puertas y ventanas, pues representa un flujo constante de energía, debemos procurar que no pase toda “de largo”. Si estas están una frente a otra, debemos procurar que la ventana tenga cortinas o plantas en el alfeizar que ralenticen la corriente energética, para no crear una polarización negativa.
- El mobiliario y equipamiento, que rodean la mesa de trabajo deberán colocarse de del forma que los elementos más altos queden a la izquierda de silla de la persona, y los elementos más bajos a la derecha (se alcanza un equilibrio y más concentración). Los elementos con más movimiento, como aparatos electrónicos/eléctricos (torre del ordenador, las impresoras, etc.) deben quedar a la izquierda del escritorio.
- Los bordes redondeados (formas curvas), favorecen el flujo de la energía. El mobiliario con esquinas cuadradas pueden transformar la energía en negativa. Se puede contrarrestar colocando plantas cerca de los bordes. El mobiliario de la oficina debe ser una mezcla armónica entre madera y metal.
- Los colores deben tener en cuenta la actividad que se desempeñe en el lugar de trabajo y las características del espacio. Cada uno emite una energía que afecta a las emociones y en el ánimo. La falta o exceso de color puede generar un desequilibrio energético.
La gama cromática del espacio debe tener colores pertenecientes a las dos polaridades: Yin y Yang. Los colores Yin (azul oscuro, blanco, morados y lilas, verdes) producen sensación de paz y tranquilidad, mientras que los Yang son energizantes y estimulantes (rojo, naranja, amarillo).
Los excesos pueden ser negativos. La gama Yin pueden producir abatimiento, tristeza e introspección, y los colores Yang pueden generar emociones desbordadas, estrés e incluso agresividad.
Los tonos blancos favorecen la concentración y actividad mental; los tonos verdes favorecen la generación de ideas, la creatividad y son buenos para espacios con poca ventilación; los tonos azules, favorecen la introspección y el contacto con las propias emociones; los tonos amarillos; producen alegría, son recomendables para tareas repetitivas y espacios reducidos y con poca luz; y los tonos naranjas, tierra, fomentan la comunicación y son antidepresivos, ayudaran en espacios fríos y húmedos.
Por lo tanto se podrá combinar los colores en paredes con los colores de los objetos y decoración del espacio de trabajo buscando el equilibrio cromático.
- La energía Chi circula en luz natural, por lo tanto el Feng Shui, recomienda que la luz más adecuada será la luz cálida, amarilla, correspondiente a temperaturas de color bajas. Además el reparto de esta deberá ser uniforme, para asegurarnos que el Chi se distribuya por todo el espacio.
- Las mesas rectangulares favorecen la concentración, e idóneas en espacios coworking. Un escritorio circular es óptimo en salas donde se realizan reuniones de equipo para generar nuevas ideas. La forma en curva en U es propicia para la concentración, la energía confluye en quien se sienta en el interior de la curva.
- El aire acondicionado y las pantallas llenan el aire de iones positivos, que si hay saturación, pueden ocasionar cansancio y somnolencia. Para contrarrestar eso podríamos usar lámparas de sal, las piedras de cuarzo y pequeñas fuentes de agua.
- Las plantas también favorecen, no sólo equilibra elementos, sino porque absorben los contaminantes ambientales. Estas deberían ser de hojas ovaladas o redondas que absorben la energía negativa.
- En la búsqueda del equilibrio energético podemos distribuir varios elementos en la mesa de trabajo siguiendo el Mapa Bagua: conocimiento, carrera profesional – tarjetas de visita- y seres queridos -fotos familiares- deben estar en la mesa por donde entra energía Chi.
Todos estos tips comentados pueden ayudarnos a la distribución de espacios. Si bien es cierto que esta filosofía puede chocarnos, quien sabe si puede realmente tener beneficios, sobre todo lo que a gama cromáticas se refiere. Otros en cambio podrían tener un efecto “placebo”. Sea como fuere, ahí lo dejo caer.
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