¿Alguna vez te has arrepentido de haber aceptado a un cliente? Yo sí. Al principio me pasaba más, con el tiempo logré que cada vez me pasara menos y ahora ya no me pasa.
Hay clientes que no interesan y lo sabes; ya sea porque te hacen perder el tiempo, el dinero o la paciencia, porque te hacen repetir el trabajo, porque modifican los parámetros sobre la marcha, porque te vienen con exigencias no acordadas o porque no te pagan.
Seguro que cuando te diste cuenta de que ese cliente no era un buen cliente para ti pensaste “No, si ya lo veía venir…”. Y es que la mayoría de veces se les ve venir. Ese cliente potencial que le pone pegas a todo antes siquiera de contratarte se va a convertir en una pesadilla cuando sea tu cliente. Entonces, si ya se le ve venir, ¿cómo evitar tener este tipo de clientes y potenciar que vengan los que sí te gustan?
Para empezar, debes identificar quiénes son los malos clientes, quiénes los buenos y quiénes los mejores. Define qué es para ti un buen cliente. ¿Qué tienen en común los mejores clientes que has tenido?
En términos generales, estarás de acuerdo conmigo en que un buen cliente es aquel a quien tú sabes ayudar, que se implica y colabora con tu trabajo, que queda contento con tus servicios, que te recomienda y que te paga lo que tus servicios realmente valen sin regatear ni quejarse. Puedes añadir más características según tu criterio, pero lo básico de un buen cliente es esto, ¿verdad?
Y lo que estaría genial sería que TODOS tus clientes fueran de este tipo, ¿no? Pues eso es posible. Tú puedes elegir a tus clientes. Yo lo hago. ¿Cómo?
De entrada, atrévete a decir que no cuando intuyas que alguien va a ser un mal cliente. Si no, luego te arrepentirás. Pero para evitar llegar a este punto en que tengas que rechazarle, puedes conseguir que ni siquiera te contacte.
Si sólo te diriges a tus clientes ideales y además tu comunicación es auténtica, según tu forma de ser y tus valores, automáticamente los buenos clientes vendrán y los malos dejarán de venir. Porque al diferenciarte, tanto en el tipo de público al que te diriges como en tu forma de comunicarte, sólo conectarás con tus clientes ideales, tu mensaje sólo les resonará a ellos. Te llegarán personas que tengan tu misma forma de ver el mundo, personas como tú. A los demás o no les gustarás o te ignorarán. ¡Pues perfecto! Así no te contactan y ahorras tiempo en atenderles y decirles que no. Los buenos clientes te llegarán filtrados sin que tengas que hacer tú personalmente la selección.
Para mí las claves para atraer a los mejores clientes están en especializarte mucho y en definir tu marca personal, y hacerlo sin miedo a no gustar. Una vez leí una cita de Risto Mejide que decía “Si no molestas a nadie es que no has hablado”. Pues eso, que para decir lo mismo que dice todo el mundo, mejor no lo digas. Defínete bien, cuanto más diferente al resto de profesionales seas, mejor. ¿Que habrá gente a la que no le gustes? Seguro. Pero también habrá gente a la que le encantes. A esos es a los que te diriges y no a los que no les gustas. Tener esto claro es esencial: No puedes gustar a todo el mundo y tu mensaje lo debes dirigir a los que sí que les gustas, no a los que no les gustas pretendiendo “convertirles”.
Ésta es la forma de tener sólo los mejores clientes.
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Sandra Llinares es fundadora de la EscuelaEmprenderConExito.com y creadora del “Sistema Más y Mejores Clientes”, el método en 10 pasos con el que ayuda a profesionales independientes a llenar sus agendas en tiempo récord con el tipo de clientes que les gustan y que les pagan lo que se merecen, para que puedan vivir la vida que quieren haciendo el trabajo que les apasiona.
Es coautora de Coaching en la práctica: 10 historias reales de éxito (Ed. Amat) y autora de Conferencias que Venden (eBook).