Revista Coaching
Con un largo beso en la boca puedes entrar en armonía con el cuerpo entero de tu compañera y sentir una gran resonancia sentimental y física. Con ese beso sabrás si vuestras pieles se complementan, si su sentimiento responde al tuyo, tendrás una idea de profundidad de la relación que se establecerá entre vosotros. Un beso, si es suave y delicado puede inflamar a tu compañera.
Ponte suavemente sobre sus labios, por fuera de ellos: busca distintos modos de acariciarlos, de presionarlos, mordisquéalos suavemente; algunos momentos sin moverte, manteniendo una simple presión suave, te permitirán aumentar la profundidad de vuestras sensaciones.
Pocos son los chicos jóvenes que saben besar verdaderamente a una mujer, pues manejan mal su ímpetu y se imaginan que mientras más fuerte es el abrazo, mayores son las sensaciones de la mujer. Ahora bien, sucede justamente lo contrario. Por una parte, un beso demasiado apretado es doloroso; por otra parte, no permite que el otro responda y se exprese. La suavidad y la sensualidad se desarrollan mejor en un clima tranquilo. Todo el arte del hombre reside en la fuerza contenida, en la potencia que se expresa mansamente.
Así, los gestos precipitados del hombre o sus avances demasiado rápidos le revelarán inmediatamente a la mujer que su pareja carece de control necesario para obtener un verdadero placer.
Las caricias mutuas en la boca deben ser como una especie de juego, como un diálogo mudo con preguntas y respuestas, en el que se hace surgir sensaciones posibles con el mínimo de movimientos. Si sabes escuchar las respuestas a diferentes tonalidades (la suavidad, el sentimiento, la profundidad, el humor, la rapidez, la lentitud, la fuerza salvaje…) sabrás determinar lo que ella espera y lo que le gusta.
Generalmente, el hombre tiene la impresión de que debe hacerlo todo, arreglarlo todo, prepararlo todo en el acto amoroso. Sin embargo, es justamente cuando provoca la respuesta del otro, cuando deja tiempo a la mujer para expresarse a imaginar, que la complicidad puede establecerse y un diálogo amoroso real puede producirse entre vosotros dos.
Si la respuesta a tu beso superficial en los labios no ha sido lo bastante intensa, no hay que forzar un beso profundo sino dejar que tu amiga se ganada por el deseo, besándole el cuello delicadamente. De manera suave con la punta de la lengua o con los labios apenas apretados, tratando de producir estremecimientos que aparecen cuando se roza el cuello subiendo hacia la oreja.
Si tu caricia es demasiado brusca o demasiado rápida, ella se reirá y se apartará de ti.
Si después de tu caricia ella ondula los hombros, revelando el placer experimentado, puedes acariciarle con la lengua el hueco de la oreja aumentando así la ola de placer, con lo que la chica estrechará el abrazo.
Prolonga estos estremecimientos mordisqueándole el lóbulo de la oreja, así verás como su cuerpo ondulará de placer.