Esto puede suceder porque lleva mucho tiempo sin uso o porque utilizamos el recipiente para contener bebidas o alimentos que tintan o manchan: infusiones, café, zumos de frutas de color oscuro, salsa de tomate, etc.
En mi caso las tazas acaban amarilleando por las infusiones que tomamos en casa a cualquier hora del día.
Y me da mucha rabia, porque las tazas parecen sucias, aunque no lo estén.
Por eso me decidí a hacer alguno de mis experimentos para conseguir blanquear las tazas. Me planteé qué productos utilizar y me decidí por los clásicos del blanqueamiento: el bicarbonato, el limón, el agua oxigenada y la lejía. Esta última de uso alimentario, porque a pesar de los lavados y aclarados posteriores al tratamiento, me daba cierto respeto que pudiese quedar algún resto, corriendo el peligro de ingerirlo.
Para ver cuál sería más eficaz, probé un truco en cada taza.
Y el resultado del experimento fue...
Truco 1.- Bicarbonato + agua
Mezclé 1/2 taza de bicarbonato con agua del grifo hasta lograr una pasta densa. Froté con ella la taza, insistiendo en el interior y en las zonas exteriores que también estaban amarillas: el fondo y el asa, justo donde se junta con la taza.
Le dediqué un rato, hasta que me pareció que la fricción había hecho su labor. Luego dejé reposar la taza durante aproximadamente 1/2 hora, con la pasta adherida en las zonas más difíciles para que blanquease y terminase de absorber los restos de té.
Luego lavé con detergente para vajillas y aclaré bien.
El resultado: bastante bueno, se quitaron casi todas las manchas y la taza quedó muy brillante. Pero tengo la sensación de que el resultado no fue por el poder limpiador y absorbente del bicarbonato, sino por la fricción de la pasta contra la taza.
Truco 2.- Bicarbonato + limón
Hice la misma pasta que en el caso anterior, pero añadiéndole un chorro de zumo de limón (natural), para aprovechar que el ácido del limón blanquea bastante. La apliqué de la misma forma y también la dejé en exposición durante 1/2 hora. También terminé con el lavado habitual con estropajo y detergente.
El resultado: similar al del bicarbonato con agua. Quizás, para mi sorpresa, la limpieza y el blanqueamiento de la taza fue peor que en el caso anterior.
Truco 3.- Agua oxigenada + agua
Mezclé 1/2 taza de agua oxigenada con 1/2 taza de agua del grifo e introduje la taza en la mezcla durante 1/2 hora.
Posteriormente lavé muy bien con detergente y aclaré.
El resultado: no demasiado satisfactorio. Si quedó algo más blanca, pero no terminó de irse el tinte de las infusiones.
Truco 4.- Lejía de uso alimentario + agua
Mezclé 1/2 taza de lejía de uso alimentario y 1/ taza de agua del grifo. Dejé la taza sumergida en la mezcla durante 1/2 hora.
Luego lavé la taza con detergente para vajillas y estropajo e hice un aclarado exhaustivo.
El resultado: el mejor de todos. La taza quedó sin restos de manchas amarillentas, brillante y perfecta. Y sin frotar apenas a la hora de lavar.
Las pruebas del delito...
Por eso, a partir de ahora me quedo con el truco de la lejía para blanquear la porcelana y la cerámica de color blanco. ¿Cuál prefieres tú?
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