- Lo siento, no doy limosnas. Estoy suscrito a una ONG.
- No quiero limosnas, solo deseo que mis hijos y yo podamos comer algo esta noche.
- El otro día te vi más abajo y me dijiste lo mismo. Te compré una barra en la panadería. Cuando me marché y miré para atrás, ya le estabas pidiendo a otra persona.
- Por favor, no me humilles.
- No quiero humillarte, pero tampoco me quiero sentir culpable.
- ¿Culpable de qué? Déjalo. No entiendes nada.
- Venga dime lo que quieres que te compre.
- Huevos, leche, lo normal. Te acompaño.
- No. Voy a estar un buen rato ahí dentro y prefiero comprarlo yo mismo.
- Olvídalo.
- No me parece justo. Me estoy ofreciendo a ayudarte.