¿Has decidido cambiar algo en tu vida, te encantaría que ese hábito desapareciera, dejar una adicción, comer menos, hacer más ejercicio, dejar una relación que te perjudica…?
En primer lugar tienes que asumir que cualquier cambio que se produzca en tu vida para que sea permanente tiene que implicarte en tú totalidad. Es decir, el cambio tiene que ser profundo, a todos los niveles y tiene que afectarte de tal forma que para ti sea como una especie de muerte. Somos una unidad y como tales tenemos que afrontar los cambios.
La mayoría de las enfermedades del cuerpo, por no decir todas, son avisos de nuestra alma. Escucha a tu cuerpo, a tu sagrado cuerpo que te habla de tu alma. Un cambio en tu cuerpo empieza por un cambio en tu alma. Por eso cualquier cambio que quieras hacer implica a todo tu ser.
En primer lugar debes plantearte si amas tú cuerpo, tal como es ahora mismo. Debes ser capaz de verte como te ve Dios. Dios te ve hermoso. Eres maravilloso a los ojos de Dios. Pero tal vez tus ojos no te ven con tanto amor. Es posible que hayas sufrido tantos desengaños, tantos desprecios de los demás y de ti mismo que inconscientemente hagas lo posible por alejarte de esa imagen preciosa que en realidad tienes. Y por eso has dejado de cuidarte. O te has convencido (tu mente lo ha hecho) de que es imposible que tú seas de otra forma. O tal vez dices que quieres pero en lo más profundo de tú alma no quieres. Tienes miedo de cambiar por los nuevos retos que esto va a implicar.
En realidad si lo piensas bien, no se trata de que cambies, porque tú ahora en este momento ya eres perfecto. Eres amado completamente. No necesitas nada para ser amado. Sólo necesitas descubrirlo. Cuando descubras tu imagen como lo hace un escultor, lo único que tendrás que hacer es ir quitando lo que sobra.
Antes de emprender cualquier cambio reflexiona profundamente sobre lo que vas a hacer. Porque el cambio tiene que ser total, como un edifico que se desmorona, como te decía antes, tienes que morir. En la vida hay que morir muchas veces. Pero detrás de cada muerte se descubre un mundo nuevo, más pleno y feliz. Merece la pena. Tu alma quiere habitar en un cuerpo sano. Primero date cuenta de si de verdad quieres cambiar. Y si de verdad quieres, lo harás.