Cuando quieres implementar una metodología de productividad personal, hay que cambiar tus hábitos. En el caso de un método completo como GTD estamos hablando de unos 10-20 hábitos.
Probablemente nadie te ha enseñado cómo hay que organizarte y planificar el trabajo. Nadie te ha explicado cómo utilizar el calendario y la lista de tareas. Has empezado a desarrollar tu propio sistema de trabajo en el colegio. Luego, basado en las experiencias — qué funciona y qué no — has añadido nuevos hábitos y has eliminado algunos otros. El resultado es un patchwork de hábitos que llevas utilizando desde hace mucho tiempo.
Finamente ha llegado el momento en que los hábitos productivos actuales ya no son suficientes; porque quieres mejorar la gestión del tiempo, energía y atención, pero no sabes por dónde empezar. ¿Qué es exactamente un hábito? ¿Y cómo se cambia un hábito?
La anatomía de un hábito
Un hábito consiste de tres partes: un evento que sirve cómo disparador del hábito, la acción y una recompensa.
La mayoría de tus hábitos actuales tienen un ‘trigger’, un evento que hace que empieces con el hábito. Por ejemplo, para muchos fumadores el olor del café es el disparador para fumar, porque siempre combinan su hábito de fumar con el momento de tomar un café. O en mi caso, tenía el hábito de abrir el correo electrónico al sentarme en la mesa del despacho.
Después del evento iniciador, procedes a la acción del hábito: fumar, leer el email, salir a correr.
Finalmente, cada hábito tiene su recompensa. La nicotina hace que los fumadores se sientan mejor, cuando he consultado el correo electrónico tengo la sensación de estar al día y la gente que hacen deporte sienten una satisfacción física. La recompensa es importante, porque refuerza el hábito.
Cambiar el hábito
En general cuando intentas cambiar un hábito, utilizas tu fuerza de voluntad para cambiar la acción. El problema es que la fuerza de voluntad depende del nivel de energía que tienes. Es decir, cuando estás cansado, tienes menos fuerza de voluntad y corres el riesgo de volver a los hábitos antiguos.
En lugar de utilizar la fuerza de voluntad es mejor utilizar el trigger o la recompensa para formar hábitos nuevos. Yo he podido dejar de consultar el correo electrónico al principio del día simplemente cambiando por la mañana el lugar de trabajo al comedor. Allí planifico primero mi día antes de sentarme en el despacho.
Cambiar hábitos es difícil
De todos modos, cambiar un hábito nunca será fácil. Especialmente cuando estás cambiando varios hábitos a la vez. Piensa un momento en las personas que han conseguido dejar de fumar y al mismo tiempo han completado una dieta para perder peso. Yo no conozco a nadie que ha logrado las dos cosas a la vez.
Cambiar los hábitos productivos es importante y complejo, pero si lo haces de forma inteligente — cambiando el trigger o la recompensa — verás que tu también puedes ser productivo.