Revista Cultura y Ocio

Cómo cojones decir que no

Publicado el 11 julio 2010 por Hache
CÓMO COJONES DECIR QUE NO
ME PERMITE
"Soy yo. Estaba por aquí
abajo.
Invítame a un café."
"Estoy un poco liado."
"Es igual. Tú sigues
con lo tuyo y yo hablo
de lo mío
con tu mujer."
Ji ji ji.
Qué gracia.
Y para cuando quieres
darte cuenta
la has cagado
una vez más.
"Sube, anda.
Me estaba haciedo falta
descansar cinco minutos..."
Las más elementales faltas
de educación
son las que más me han desarmado
siempre. El proverbial
"Me permite...".
Te lo sueltan
con la delicadeza
de un revólver
clavado en las costillas.
Perdone.
Me permite.
¿Puedo?
¿Molesto?
¿No te importa?
En absoluto.
Cómo me va a importar.
Y abres la puerta.
Y entran en tu casa.
Y se comen tu comida.
Y se fuman tu tabaco.
Y se beben
tu café.
Y si no se follan
a tu esposa
y le dan por saco
al perro
es por pura
casualidad.
Dos horas más tarde,
se levantan
se limpian la boca
de la jeta
y se rascan
la del culo,
eructan,
encienden un cigarro,
se meten tu mechero
en el bolsillo,
te dan un espaldarazo
y se van.
Silbando
tan alegremente
como el que sale
de una barbería.
Y tú te quedas
boquiabierto
y derrotado
en medio del desastre
y te acuerdas de su madre,
y de la tuya.
De cómo coño
pudo ser
que entre tantas cosas
inservibles
se olvidara de enseñarte
la más fundamental:
cómo cojones
decir que no.
Wolfe, Roger. 1996. Mensajes en botellas rotas. Sevilla, Ed. Renacimiento.

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