Durante de la adolescencia, el chico o chica, experimenta una serie de cambios cognitivos que van acompañados por cambios físicos.
Mientras que de niños su pensamiento era concreto, en la adolescencia su pensamiento es abstracto. Esto quiere decir que sus razonamientos están basados en hipótesis y probabilidades y no la experiencia. Esto se comprueba cuando piden a los padres más y mejores razonamientos para acceder a algo.
En esta etapa, debido a este pensamiento hipotético-deductivo le lleva a plantearse cosas como quién es, el sentido de la vida, a dónde va…. Todas ellas cuestiones filosóficas.
El adolescente atraviesa una crisis de identidad en el que intenta afirmarse como persona diferente de sus padres y del resto de individuos. Para ello tendrá actitudes como llevar siempre la contraria a sus padres y que éstos tengan que utilizar argumentaciones muy elaboradas y razonables para que el adolescente acepte un «no» por respuesta que, en el fondo saben, que es lo mejor.
Para reafirmarse también pueden tomar actividades extravagantes o provocativas.
Los adolescentes pasan de la euforia a la depresión en pocos segundos. Estos drásticos cambios emocionales se deben a esa forma de pensar entre mística y religiosa además de motivos fisiológicos. Vive cada experiencia de la vida con extrema intensidad y entusiasmo para luego caer en depresión, desánimo y desmotivación. También construyen su propio mundo, un mundo ideal, un mundo utópico. Esto se debe al tremendo shock que sufren al pasar de niños (cuando todo era ideal y sus padres eran como dioses) a ver la realidad tal y como es que normalmente les deprime y no me extraña.
Está en la continúa búsqueda de su propia verdad, de sus propios valores y sus propios criterios. La mayoría tienen un ídolo como referente perteneciente al mundo del arte.
Por primera vez juzga la realidad con ojos críticos. Es una etapa difícil que se caracteriza por la inestabilidad que la sufren tanto el adolescente como los que le rodean. En su proceso de desarrollo necesitan autoafirmarse. Esto genera múltiples conflictos con los padres ya que su manera de demostrar que ya no es dependiente de ellos es mediante el enfrentamiento. Así va construyendo su forma de ser, su propio criterio, sin embargo, necesita a los adultos para que le guíen en el camino o en el proceso. Eso sí, el adulto nunca debe decidir por él, si esto ocurre el adolescente inmediatamente se pondrá en contra y se provocará el conflicto. Lo mejor, en estos casos, es negociar con ellos y tomar las discusiones como algo positivo ya que, a través de ellas, el adolescente verá un diferente punto de vista y buscará la forma de dar a conocer los suyos propios.