A partir de ahora empezaré a escribir acerca de anécdotas con mi suegra. Una persona de lo más increíble, que a veces me hace pasar malos ratos. Una persona con la que no tengo nada que ver y con la que tengo que aprender a vivir. Así que como desahogo y como terapia personal, y también animada por mi marido he decidido contar mis aventuras a modo de risa, porque es mejor reírnos que llorar.
Érase una vez una chica de 23 años que llevaba un par de años saliendo con un chico majo, y llegó el día en que este chico terminó su carrera y se graduaba. El día de la graduación, la chica iba a conocer a los padres de él, y ella estaba muy nerviosa. Dejando ya la historia y hablando en primera persona, de verdad, no os podéis creer lo nerviosa que estaba.Me voy a dejar de florituras y os voy a contar momento en que nos conocemos y yo por ser una bocazas lo que pasa.
Resulta que mi suegra, C, es farmaceútica, y lleva su propia farmacia. Cuando ya por fin mi chico nos presentó, yo no podía estar callada y quería caerla bien. Así que mi speech fue el siguiente:
yo: C, me he enterado que para poder comprar antidepresivos, y ansiólitcos en la farmacia, hay que enseñar el carnet de identidad. ¿Es cierto?
Fijaros que mi frase es ridícula, me importaba tres pitos la contestación, pero de verdad no sabía que decir y el silencio entre nosotras me resultaba realmente incómodo.
C: Pues sinceramente yo tampoco lo entiendo, si hoy en día cualquiera puede tomarse un lexatín, lo que no comprendo es cómo no se necesita receta médica para los preservativos.
Mi cara debió ser un poema, flipé en colores, y este fue el gran comienzo de nuestra relación. Desde luego nunca pudimos y podemos aprovechar que mis suegros tuvieran una farmacia para conseguir eso, que ella considera que tienen que pedirse con receta médica. Madre mía!!!!
La segunda cita con mi suegra también tiene chicha, poco a poco os iré contando cosas, y de esa manera conoceréis a esa maravillosa mujer, llamada "mi suegra". Así que continuará.