Revista Diario
Estos días me he dado cuenta que ya hace un año desde que mi hija dejó la lactancia materna de manera voluntaria. He estado recordando esos momentos fantásticos de compenetración madre - hija que vivimos durante casi tres años. Un vínculo que ahora forjamos de otras maneras pero que siempre que puedo me gusta recordar. Incluso ella también, igual que mi hijo, quienes a veces me preguntan cosas como las veces que comían, cómo los cogía, a qué sabía.Pienso que es cierto que para mí y para ellos ha sido un regalo impagable e incomparable que ninguna madre debería perder por falsos mitos o prejuicios sociales. Es cierto también que la sociedad actual no nos ayuda a prolongar la lactancia y que, con la que está cayendo, dudo que ahora nadie quiera preocuparse de mejorar dicha situación. Pero al margen de aspectos ajenos a nosotras mismas, creo que hay factores que ayudan a que la lactancia materna sea un éxito. Creer fervientemente en que la lactancia materna es lo mejor para nosotras y nuestros hijos. Antes de que nazca nuestro bebé, cuando nos sentimos con muchos ánimos y ganas de comernos el mundo y ser la mejor madre del mundo, cuando el agotamiento de las noches sin dormir y la desesperación de sentirte que algo no haces bien cuando tu pequeño llora desconsoladamente, hemos de concienciarnos personalmente de que vamos a ir a por todas. Puede parecer una tontería pero si ni tan siquiera nos planteamos dar el pecho a nuestros hijos, al primer bache es muy fácil dejarlo. Yo recuerdo que antes de que naciera mi hijo mayor, cuando era una auténtica novata en esto de ser madre, pasé mucho tiempo leyendo, informándome y concienciándome de que lo que yo quería para mi hijo era darle el pecho. Iniciar el proceso con una actitud más o menos arralada ayuda, os lo puedo asegurar. Iniciar la lactancia en la misma sala de partos.No dejarlo para más adelante, aunque nos parezca que el niño no se alimenta porque aún no ha subido la leche, hemos de pensar que así ellos empiezan a practicar y a estimular la subida cuanto antes. Y es un vínculo indescriptible, por supuesto.Ser consciente de que la sociedad no nos va a apoyar. Aunque suene cruel, es así, por lo que ante esta situación, lo mejor es buscar a quien sí que lo apoye, tal como grupos de lactancia (presenciales u on-line) asesoramiento en el mismo hospital o personas cercanas que sepamos que apoyan la lactancia. A los demás, escucharlos educadamente pero lo menos posible.Madre y bebé siguen siendo uno. A pesar de haber cortado el cordón umbilical, hemos de asumir que si damos el pecho, durante unos meses, el bebé y nosotras somos aun una sola persona. Esto no quiere decir que no podamos separarnos unos ratos para nosotras, que los bebés también duermen y pueden estar en brazos de papá, pero hemos de asumir que cada vez que quieran comer hemos de estar a su lado. Es un periodo de tiempo breve pero intenso por lo que lo mejor es verlo como un regalo, poder dedicarnos en exclusiva a ellos y no como una carga, un grillete que nos tiene atadas (como a mí a menudo me han querido hacer creer). Poco a poco, ellos mismos van espaciando tomas hasta que un día, sin darte cuenta, ves que ha pasado. La lactancia materna exclusiva y a demanda, al menos durante los seis primeros meses, ha de ser una consigna básica si queremos que sea un éxito.Dar el pecho no ha de ser un sufrimiento. Tampoco hemos de creernos heroínas y sufridoras empedernidas. Cuando algún problema surge, como grietas o hinchazones hemos de buscar cuanto antes una solución en grupos de apoyo o en quien sea que nos pueda ayudar a superarlo para no tener que abandonar la lactancia. Cuidarnos nosotras para que ellos estén bien. Para eso hemos de alimentarnos debidamente, beber abundante agua y descansar siempre que podamos.Saber que la lactancia y el trabajo no tienen porque ser incompatibles.A pesar de los pesares, conciliar lactancia y trabajo puede ser posible. Existen reducciones de jornada, excedencias, sistemas de almacenamiento de leche... y otras soluciones que pueden facilitarnos alargar un poquito más la lactancia sin dejar del todo nuestra vida profesional. Es duro, sí, no nos vamos a engañar, pero es posible.Cuando la lactancia se ha regulado.Llegados a un punto en que tomar el pecho ya es algo establecido en la rutina diaria y el pequeño ya come sólidos, no hay porque abandonar la lactancia si la madre y / o el niño no quieren. La lactancia es totalmente compatible con la alimentación sólida. Disfrutar del momento. Dar el pecho a tu hijo puede convertirse en un momento exclusivo, placentero, de paz, relajación y meditación. Un vínculo mágico con tu pequeño que nunca más experimentarás con la misma intensidad.