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X SI, acepto clicarte en las redes sociales y compartirlo!Enhorabuena! Has aceptado, y ahora mucha más gente podrá experimentarlo y beneficiarse de ello. Puedes seguir leyendo…
(Has clicado verdad? … mmmm, no me engañes…)
Como ya he comentado en otros posts, hace unos años emprendí un viaje en bicicleta desde España, que me llevó hasta Irán. Más o menos a la mitad de mi viaje, me encontraba en la frontera entre Grecia y Turquía…
Aún recuerdo darle el pasaporte al policía Griego antes de poder pasar a territorio turco:
- Y de donde vienes? Me preguntó
- De España. Le dije
- De España? En bicicleta?
Me miró las piernas (yo no era Schwarzenegger precisamente, ahora sí ehhh) y dijo Noooo!!
Y yo…Que SÍ!
El caso es que no me creyó, pero da igual. Me dejó pasar y recorrí un pequeño sendero arbolado de unos 100 metros hasta llegar a territorio turco. Nadie más cruzaba la frontera. Ni coches, ni personas, ni caracoles.
Para el que no lo sepa, Grecia y Turquía se llevan muy mal. Por ejemplo en Grecia hacen el servicio militar obligatorio durante 2 años, por las tensiones que tienen con su vecino.
Cuando llegué a la caseta de la policía turca, me sorprendió que me ofrecieran un “té”. A partir de aquí, todo fue diferente…
A esta etapa de mi vida yo la llamo: Joer Pepe, que famoso eres!
Yo solía ir por carreteras secundarias, así que iba pasando por los pueblos más perdidos que os podáis imaginar. En el primer pueblito que paré, entré en un lugar de reuniones y pregunté donde podía comprar algo para beber. Al instante me hicieron entrar y me invitaron a un refresco. Al seguir viaje, empecé a notar cosas muy curiosas. Los niños en los colegios, al verme pasar, se acercaban a la valla para saludarme al grito de “tourist, tourist”. Una vez incluso me quisieron regalar un gato pequeño y un diccionario:-).
Exceptuando las grandes ciudades donde volvía a ser anónimo, cada vez que me adentraba en los pueblos tenía un séquito que me ofrecía su ayuda, e incluso me acompañaba a hacer la compra! Decenas de niños se unían a mí y seguían mi bici corriendo sin descanso. Has visto Rocky? Pues eso. Has visto Forrest Gump? Pues eso.
Una vez detuve mi bici ante una especie de instituto femenino acristalado y empecé a ver atónito como las chicas se levantaban de sus pupitres y se acercaban al cristal , mirándome con risitas cómplices…jiji jaja…
Que dónde es eso que te apuntas? Espera, espera, calma!
A esta etapa de mi vida yo la llamo: Menuda cogorza de fama me he pillao, hips!
Tengo que decir que todo esto me pilló totalmente por sorpresa y me hacía sentir bastante bien, ayudándome a sobrellevar la gran soledad interior que me acompañaba.
Podría contar mil anécdotas, como cuando ante mi sorpresa me quitaron las botas (llenas de agujeros) y se las llevaron al zapatero del pueblo para que me las arreglara…gratis, mientras me invitaban a un bocadillo, o cuando los soldados me paraban en los innumerables puestos militares repartidos por el país, para hacerse fotos conmigo.
Pero a medida que avanzaba hacia el Este del país y al estar todo el día expuesto a la gente, empecé a desarrollar cierta angustia. Quería pasar desapercibido, pero no era posible. La gente me rodeaba, quería hablar conmigo, me miraba, me preguntaba…la situación se había vuelto bastante agobiante. Me comencé a sentir como un mono de feria. Empecé a distinguir entre la gente que realmente quería que yo estuviera a gusto y me divirtiera y la gente que simplemente quería divertirse a mi costa.
A esta etapa de mi vida yo la llamo: El precio de la fama.
Al pasar a Irán la situación no solo se mantuvo, sino que se incrementó (apenas hay occidentales en el país). Además era un país totalmente desconocido para mí, con unas características muy peculiares que tuve que ir aprendiendo con el tiempo. La gente era muy amable y me invitaba a su casa, y era de agradecer. En cuanto abría la boca, siempre había alguien para ayudarme. Al igual que en Turquía, tuve que declinar cientos de invitaciones a tomar el té o habría muerto ahogado.
Al final más o menos me acostumbré a ser el centro de atención y conseguí disfrutar de la experiencia.
A esta etapa de mi vida yo la llamo: Aprendiendo a convivir con la fama.
Como veis os he mostrado cómo cualquiera puede sentirse como una estrella de Hollywood y experimentar todas las fases de la fama. Todo no son luces, también hay sombras.
Pero he de reconocer, que aún hoy día, desde mi anonimato, en la tranquilidad de la noche, en noches claras de luna llena, una parte de mí, en secreto, recuerda con nostalgia, y aún siente la llamada de: LA FAMA!
Si se te ha olvidado clicarme antes las redes sociales puedes hacerlo ahora! Mi blog también quiere experimentar aunque sea brevemente “la fama” :-)!