Investigadores
del Imperial College de Londres evidenciaron que los receptores de la hormona tiroidea (TR)
están distribuidas ampliamente por todo el cuerpo e interactúan con
la circulación para regular el apetito, el
sistema nervioso, la temperatura corporal, y los niveles de
colesterol. Por lo tanto, cualquier farmaco dirigido a esos
receptores necesita ser específico para evitar afectar otros
sistemas del cuerpo. Los investigadores han encontrado una forma
potencial para tratar los TR específicos localizados sólo en el
hipotálamo, esto podría conducir al desarrollo de un fármaco
contra la obesidad nuevo tipo en el futuro. Los autores dividieron a
ratones, que pesaba aproximadamente 20 g cada una, en dos grupos, al
primer grupo le inyectaron un virus que inactiva los TR cerebrales, y
al otro grupo no le administraron nada, y dejaron que ambos grupos
comieran como quisieran. Posteriormente, los investigadores
examinaron los cerebros de los ratones y confirmaron que el virus de
hecho había inactivado los receptores diana. Ellos encontraron que
el grupo de ratones con los TRs inactivos comió mucho más alimentos
y se duplicó su tamaño y peso en promedio. Los ratones con TRs
activos mantuvieron un peso corporal estable. Potencialmente, esto
podría aplicarse a los seres humanos en el futuro, donde un fármaco
puede disminuir el apetito mediante la activación de TR en el
hipotálamo, sin causar efectos en otras partes del cuerpo. Los seres
humanos con la actividad del receptor de tiroides baja en sus
cerebros en promedio son más obesos que otros. Si esta
investigación continúa en probar fármacos en seres humanos, no
habría ninguna prueba sencilla para medir los niveles de actividad
del receptor y ajustar la medicación en consecuencia. Por el
contrario, el tratamiento se basa en un sistema de prueba y error con
respecto a si la droga trabajó para individuos específicos.