Revista Opinión
Una depresión es un trastorno del estado de ánimo. Durante una depresión la persona sufre mucha desesperanza, culpa, tristeza, problemas de sueño, de concentración, de memoria, fatiga e incluso ideas de suicidio. Ante esta situación es habitual que los familiares no sepan cómo deben comportarse. Además, el paciente a veces no asume que necesita ayuda. Por eso es imprescindible que el familiar tenga claro que para resolver el problema es necesaria la ayuda psicológica.
Es habitual que en un primer momento los familiares se vuelquen mucho con la persona deprimida, lo intenten ayudar en todo, estén muy encima y hablen mucho con
él. Esto a veces genera dependencia y pasividad por parte del enfermo sin que el familiar se dé cuenta. Según avanza el tiempo vemos cómo la persona con depresión continúa de la misma manera. Lo que ocurre en este caso es que el familiar tiende a irritarse y a enfadarse porque no entiende cómo el enfermo no reacciona a los estímulos.
Es necesario encontrar un equilibrio entre no fomentar la dependencia y no criticar en exceso al enfermo de depresión. Una de las cosas que puedes hacer cuando el paciente se queja mucho, se lamenta e incluso llora es desviar la atención hacia otras cosas o proponerle otras alternativas positivas a su manera de ver las cosas. De esta manera le incitas a cambiar el punto de vista para que no siga pensando en lo mal que se encuentra.
Por otro lado, es importante medir el nivel de exigencia que le proponemos. Por ejemplo, si tiene problemas de concentración y de memoria no debemos hacerle ver que es incapaz de continuar con sus hábitos laborales y sus obligaciones. Esto sería contraproducente porque el enfermo se sentirá aún más culpable.
Otra forma de ayudarlo es fomentar poco a poco las actividades. Así verá como puede ir mejorando con un poco de paciencia. Inclúyelo en tus actividades para que se sienta obligado a salir y no se esté todo el día en casa.
Reflexión:
Quiero que me oigas, sin juzgarme. Quiero que opines, sin aconsejarme. Quiero que confíes en mi, sin exigirme. Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi. Quiero que me cuides, sin anularme. Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi. Quiero que me abraces, sin asfixiarme. Quiero que me animes, sin empujarme. Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi. Quiero que me protejas, sin mentiras. Quiero que te acerques, sin invadirme. Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten, que las aceptes y no pretendas cambiarlas. Quiero que sepas, que hoy, hoy podés contar conmigo. Sin condiciones.
Una reflexión del autor Jorge Bucay
para ¡Consuela a mi Pueblo! Blog,