Revista Insólito

¿Como convivir con una personalidad borderline?

Por Rferrari @saludigital

Estás en una relación con una persona que puede que esté afectada por un Trastorno límite de la personalidad si:

1. Sueles ocultar lo que piensas o sientes por temor a su reacción

2. Crees que no merece que valga la pena la horrible pelea o los
sentimientos heridos que seguramente vengan después?.

3. Sientes como si caminaras sobre cáscaras de huevo la mayor parte
del tiempo y que no importa lo que hagas o digas, porque le dará la
vuelta y lo usará en tu contra.

4. Eres culpado y criticado por todo lo que va mal en la relación, incluso
cuando esto no tiene un sentido lógico.

5. Eres el foco de intensas, incluso violentas, iras que no tienen sentido,
alternando con periodos en los que esa persona actúa de manera
perfectamente normal e incluso cariñosa.

6. Sientes que eres manipulado, controlado o incluso engañado algunas
veces.

7. Sientes que esa persona (que te importa) te idolatra o te desprecia,
sin puntos intermedios. Deseas que actuase como solía, cuando
parecía quererte y pensar que eras perfecto y todo era maravilloso

8) Te sientes humillado con mucha frecuencia, si tratas de dejar la
relación la otra persona busca evitarlo con amenazas del tipo ” te prohíbo ver a los niños”

9) Te es muy difícil planear algo ( reuniones sociales, salidas, viajes) por los cambios de
estado de ánimo de tu pareja, su impulsividad o impredectibilidad. Tu, mientras tanto,  intentas convencerte de que es algo normal.

Las relaciones de las personas afectadas por éste síndrome constituyen un especial espacio de conflicto. A menudo las parejas se encuentran con la difícil tarea de decidir  para qué  mantienen ese vínculo.

Así, aprender a reconocer el momento de quiebre de la pareja, sus puntos débiles, por ejemplo: compulsiones, consumo de sustancias, agresividad,  conducta histriónica, ayuda a disminuir la sensación de estar sentado en un volcán en erupción. Acompañar o no estas dinámicas es una decisión personal, lo ideal es tener lo más claro posible no tanto que le pasa al otro sino que nos pasa a nosotros que estamos inmersos en ese estilo de vida.

Para comenzar será imprescindible entender  la narrativa, el guión,  la historia de la relación: sus razones de ser, analizar cómo comenzó el vínculo ayudará a delinear el escenario inicial en el cuál se armó ese primer proyecto en común.                                                                                    

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Marilyn Monroe y Joe Di Maggio

La historia del encuentro entre dos personas que construyen una pareja implica referentes conscientes :

1)El proyecto: lo que cada uno desea de la unión y lo que ambos aceptan en términos de acuerdos explícitos sobre lo que la relación puede ser.

2)Los intereses: lo que cada uno considera que el otro puede aportar al  propio proyecto personal

Y referentes inconscientes que están ahí a pesar de no ser detectados en forma de pensamientos o ideas:

Por ejemplo, la idealización de las estructuras familiares (vinculares) de las que procedemos, internalizada por cada uno de nosotros marcan las expectativas acerca de lo que “debería” proporcionar una relación de pareja. Es el clásico “así se trataban mis padres….”, “las mujeres de mi familia siempre han sido…”, etc..

Unido a esto aparece también un ideal “romántico” que surge del deseo de que la pareja persista tal y como fue en sus inicios; deseo frustrado en tanto una pareja conforma un campo dinámico en permanente evolución.

Surge entonces esa idea bastante poco lógica acerca de la “traición” del otro que se niega- aparentemente- cumplir con el ideal de pareja que nos hemos forjado.

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Zelda y Francis Scott Fitzgerald

En las parejas con altos niveles de conflicto y en la que una de las partes o ambas se ven afectadas por algún trastorno de personalidad como puede ser el trastorno límite, trastorno bipolar, etc., hay una decepción profunda ante la “terrible injusticia” cometida por un Otro (con mayúsculas), que se supone, estaba destinado a facilitar la provisión de deseo, amor y cuidados necesarios en forma permanente. La demanda insatisfecha genera un permanente estado de insatisfacción, que se traduce en más demandas, crisis, círculos de violencia física y emocional y malestar en todas sus formas.

Es en ese punto en el que la pareja de una persona afectada por un TLP o un trastorno bipolar debería preguntarse :

a)¿Qué la llevó a involucrarse en esta relación sin ver los “detalles”?

b)¿Que pasa con su necesidad de ser el “salvador”?

c)¿Que cree que sucederá si  sale de ésta relación?

 En cualquier relación de pareja, ese Otro interno, nunca existe como un ser real, sino como una narración  porque no se trata solamente lo que uno desea (idealmente) sino la diferencia entre lo que uno desea y lo que uno siente que obtiene.

La unión psicológica y emocional con una pareja nunca se hace entre seres reales,  eso que queremos ver como realidad se establece a partir de las imágenes construidas del ser que deseamos y que viene a cumplir una expectativa soñada desde la misma infancia. Cuanto más claro tengamos esos modelos internos, menos probable que generemos vínculos insatisfactorios o inestables.

En las parejas conflictivas, tener claro este punto es básico para la convivencia: marcar la diferencia entre “lo que hay” y “lo que quiero que haya”, para no convertirse en “partícipe necesario” de la patología del otro….y viceversa.

En este caso nunca hay “víctimas” y “culpables”.

Lo mejor que se puede hacer por una persona afectada por TLP, es negociar su carencia: es decir : “te doy si me das, si te comprometes a registrar también mi demanda”, nunca “te doy sin más a pesar de todo”. Es una diferencia básica que marca la línea de lo terapéutico en tanto ayuda al otro a salir de su mundo interior tormentoso.-

Llama la atención en estas parejas el hecho contrastado de que no pueden estar juntos, pero tampoco separados.

Resulta común que en su historia, breve o extensa, hayan intentado más de una vez separarse, luego de una serie de enfrentamientos que culminan en el clásico ¡No te soporto más!.

Las separaciones, que paradójicamente otorgan libertad, también son acompañadas de un sentimiento de vacío, que aparentemente sólo el otro puede llenar.

Así resuelven darse otra oportunidad, la cual reinicia el ciclo de hostilidad, en medio de un clima de inconformismo y  falta de armonía.Es en este punto en el que la pareja del “enfermo” puede aportar al cambio. Su amor no es confluente, sino divergente. El sexo puede ocupar un lugar privilegiado en este conflicto, en tanto actúa como un espacio de fusión que intenta sanar heridas emocionales.

Finalmente: como pareja de alguien afectado por un trastorno de personalidad el desafío consiste en plantearse algunas preguntas básicas y no perer de vista el horizonte del propio proyecto personal, única forma de ayudar al otro y ayudarnos a entender el ¿Para qué?  del estar juntos para luego negociar el “Cómo lo haremos”.-


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