Revista Salud y Bienestar

¿Cómo cuidar la piel con rojeces?

Por Smartsalus @SmartSalus

Piel con rojeces

 

La piel es uno de los elementos más sensibles porque es la que más expuesta está a los cambios del tiempo, al sol, etc.  Cuidar una piel con rojeces y granitos no es fácil.

A esto se une la sensibilidad que mucha gente presenta de la piel como la intolerancia, la hiperexcitable o la reactiva, teniendo que cuidarla mucho más en estos casos. Cuando la piel es muy sensible a menudo, presenta rojeces en la piel. Las rojeces de la piel se deben en muchos casos a la genética que por causas hereditarias, puede tener una fragilidad capilar que hace posible que las rojeces salgan.

Además de los factores que ya hemos dicho anteriormente como la exposición al sol en exceso, cosméticos que no nos sientan bien y producen irritabilidad, cambios hormonales, comida picante…

Tipos de piel con rojeces

Si te pones rojo en momentos concretos y después se pasa no hay problema ni debes tener un cuidado excesivo en estos casos. El problema viene cuando esto se va convirtiendo en algo más permanente que sí requerirá de un tratamiento más adecuado. Hablamos de la eritrosis y de la cuperosis.

La eritosis se produce porque los vasos sanguíneos de la cara se dilatan y se recuperan de manera rápida, pero de forma más permanente. En caso de que siga y se haga más pronunciado hablamos de la cuperosis.

La cuperosis se trata de que los vasos sanguíneos estén más dilatados y que además se ven telangiectasias. Quien lo sufra puede tener sensación de quemazón y picor en la piel.

En caso de que para ninguna de las dos se tome ningún tipo de medidas preventivas, pueden llegar a convertirse en rosácea, que sí es una patología que hay que tratar.

La rosácea se caracteriza por un enrojecimiento cutáneo de manera permanente o crónica.

Tratamientos para la piel con rojeces

Que hay que protegerse del sol es más que evidente en todos los casos, pero cuando se tiene una alta sensibilidad en la piel, esta protección es obligatoria, teniendo que ser del máximo factor de protección posible.

Además de la protección solar, hay que evitar, en la medida de lo posible, los cambios bruscos de temperatura, para que la piel no sufra.


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