Revista En Femenino

Cómo dejé de morderme las uñas

Por Felizenbrazos

El hábito de morderse las uñas se denomina onicofagia. Es una manía bastante extendida entre la población y puede deberse a muchos factores, pero generalmente responde a causas de ansiedad, estrés, alteraciones psicológicas… Algunos autores lo tratan como alteración psicológica, sobre todo en casos extremos.

En mi caso no sé cuál fue la causa que lo desencadenó, aunque creo estar bastante segura que tuvo que ver con la llegada de mi hermana y con dejar de ser el centro de atención. Aunque no he encontrado información que lo corrobore, pero la mayoría de la gente que conozco que se muerde o se ha mordido las uñas, eran los hermanos mayores de su casa. El caso es que es un mal hábito con el que he convivido casi 40 años. Ya hablé hace tiempo de las uñas aquí.

En todos estos años, muchos han sido los intentos por dejar de hacerlo, desde mi madre llenándome las uñas de productos con mal sabor hasta la fuerza de voluntad. Siendo más mayor, en algunas ocasiones conseguía estar una temporada sin mordérmelas, pero siempre me dejaba una uña de cada mano para calmar mi ansiedad.

Quizás, si nunca te has mordido las uñas, no sabes de qué te hablo y de cómo dejar de hacerlo resulta tan difícil. Los momentos de mayor ansiedad son los peores, pues morderme las uñas me calmaba bastante.

Aunque yo me he mordido mucho las uñas, confieso que me parece un hábito muy feo. Ver a alguien con los dedos en la boca no resulta nada bonito. Y hace poco, de pronto me di cuenta que Lucas había empezado a morderse las uñas también. Ufff, como para decirle que no lo hiciera, si me tenía a mí de mal ejemplo…

Hasta que llegó septiembre. Había quedado con un chico al que le iba a vender una cámara de fotos. Cuando le estaba enseñando cómo funcionaba, no paraba de ver mis dedos horrorosos con las uñas destrozadas señalando los botones y pensaba en lo que el chico estaría pensando…en ese preciso momento, decidí que la época de morderme las uñas tenía que llegar a su fin.

Pero claro, dejar una costumbre tan arraigada cuesta mucho. Y aunque lo consiguiera, pensaba en lo feas que iban a ser mis uñas cuando crecieran. En esas estaba cuando hablando con unas amigas salió el tema de las uñas postizas y sin pensármelo dos veces, pedí cita en el primer sitio que me dieron y fui a hacerme uñas de gel. ¡El resultado fue increíble! ¡En dos horas tenía las uñas largas! El problema era que me enganchaba con todo y en poco tiempo empecé a perder uñas. Fui a retocármelas un par de veces y aunque estaba contenta porque mis manos parecían otra cosa, las uñas eran un poco “demasiado” para mí, se notaba mucho que eran postizas.

Entonces llegó la maravilla del esmaltado permanente. Como suponía que mis uñas ya habrían crecido, decidí darles una oportunidad. Me hablaron muy bien de una chica que tiene un centro de estética en Móstoles y pedí cita. Al quitarme las uñas de gel, descubrí que mis uñas eran largas. Aroa, que así se llama la esteticista, las limó, las arregló y me las pintó y decoró con unos adornos. El resultado me pareció mucho más natural que las uñas postizas. En 15 días las uñas seguían perfectas, sólo se notaba el paso del tiempo porque habían crecido pero parecían recién pintadas.

uñas

Desde entonces, cada 15 días más o menos, voy a que Aroa me arregle las uñas. A pesar de habérmelas mordido durante tanto tiempo, una vez limadas y pintadas, casi no se nota, quedan muy bonitas. Me encanta llevarlas de colores llamativos y tener algún adorno para que no sean muy monótonas. Y lo mejor es que no me las he mordido ni una sola vez. Estoy tan encantada con mis uñas nuevas que prefiero mirármelas a llevármelas a la boca. Con el esmaltado permanente puedes hacer de todo que no se estropean. Yo friego sin guantes. Y en el trabajo me lavo las manos como 20 veces por turno y no pierden ni una pizca de brillo.

Cuando las miro, me acuerdo mucho de Jose y de lo orgulloso que estaría de mí y de mis uñas cuidadas.

¿Conocías el esmaltado permanente? Es una opción estupenda para terminar con el feo hábito de morderse las uñas.


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