
Todos sabemos que, mayoritariamente, la luz llega del Sol y que viaja a gran velocidad. El hecho de que ni el más diestro de los felinos haya sido capaz de capturar la luz del puntero láser hace pensar que tampoco puede ser contenida fácilmente. Sin embargo, esto no impide su estudio. Como en todo los campos, aquí también existen descubrimientos accidentales. Frederick William Herschel se hallaba investigando las temperaturas de las distintas frecuencias de la luz visible. Para ello, igual que Newton usó un prisma para descomponer la luz. Tras las observaciones pertinentes, observó que la zona con mayor temperatura era aquella que estaba más allá del rojo. Esa luz invisible sería conocida como infrarroja.
Johann Ritter pensó que si a un extremo del espectro había un rango de luz invisible, era posible que más allá del azul hubiera otro. Sin embargo, no podría usar el mismo truco que Herschel de usar termómetros, ya que la temperatura aumentaba conforme se acercaba al rojo. Tiempo después descubrió el cloruro de plata que era capaz de ennegrecerse con la luz. Los experimentos mostraban que se volvía más negro con la luz azul. De esta manera, Ritter repitió el experimento de Herschel pero usando cloruro de plata en cada color de luz. Como era de esperar, el cloruro de plata se ennegrecía más conforme más se acercaba al azul y el violeta. Vio que esta secuencia proseguía incluso más allá del violeta y repitió el experimento con los mismos resultados. Algo oscurecía el cloruro de plata en esa zona más que en el resto. De esta manera, y siguiendo la forma de nombrar de Herschel, lo llamó ultravioleta.
Desde entonces, se ha ido descubriendo que las plantas y los animales pueden percibir el ultravioleta, aunque nosotros no lo hagamos. De esta manera, Herschel y Ritter nos descubrieron un mundo más amplio de lo que podamos sentir o ver.
Fuente:io9