Revista Cultura y Ocio
El amor es el dulce huésped del alma que todo ser desea y merece, pero encontrar al amor de tu vida no es tarea fácil. ¡Dichosos quienes lo encuentran! Y quienes no, pues que la esperanza nunca abandone nuestros corazones, porque la vida está llena de sorpresas y el día de mañana no será un día más, sino que será diferente si somos capaces de percatarnos de los pequeños detalles que nos brinda la vida. Además, mañana se formarán miles de parejas, ¿quién sabe si será tu día de suerte? Pero ¿qué ocurre cuando nos enamoramos de una persona que no nos corresponde o cuando una relación se acaba porque una parte así lo ha decidido dejando añicos el corazón de la otra media naranja? El rechazo es un golpe duro de encajar, no obstante hay varios aspectos a tener en cuenta si uno no quiere caer en la autoflagelación, dado que depende de nosotros mismos el aceptar o no la decisión de la otra persona. "¡Pero lo bonito que podría ser!", podemos pensar. "¿Y si insisto un poco más a ver si cambia de opinión?" o "Seguro que siente algo por mí, pues yo me encuentro muy feliz a su lado y tiene que ser un sentimiento recíproco"... No hay mayor mentira que la no aceptación de la realidad. Cuando una persona nos rechaza es porque no siente lo mismo hacia nosotros y, por tanto, lo primero que tenemos que hacer es "respetarlo". Al fin y al cabo esa persona merece lo mejor y si no soy yo el elegido, nos guste o no, es porque otra persona le hará más feliz. Sí, es doloroso pensarlo, pero no podemos ser egoístas y caer en el bucle de llorar por no ser correspondidos, además no somos nadie para interferir en la felicidad de la otra persona que tiene otros gustos y sentimientos diferentes. ¿De qué nos sirve estar con una persona que no nos ama o que carece de sentimiento hacia nosotros? El amor no se puede forzar y el deseo incontrolado nos lleva a vivir una mentira que acaba idealizando a la otra persona todavía más y, normalmente, de forma desproporcionada. Vemos donde no hay e incluso podemos alimentar la llama de la esperanza en cualquier gesto malinterpretado por los ojos del corazón. O sea que es de vital importancia aceptar la realidad, nos guste o no. Pero ¿y si aun así mi corazón no olvida a esa persona? Toca ser más generosos con nosotros mismos y buscar formas que nos ayuden a olvidar. La distancia es una buena forma, porque el tiempo es un buen antídoto para sanar las heridas del corazón. No obstante, ¿qué ocurre cuando te ves obligado a ver a esa persona porque vive cerca de ti o trabajas con ella? No te queda otra que cambiar el chip y buscar defectos. "¡Es que no tiene defectos, es perfecta para mí!", podemos pensar. ¡Gran mentira! Empieza a enumerar defectos, tantos como puedas y verás que es un ser humano con muchas cualidades, pero que también tiene sus teclas, así dejarás de idealizarla. Por otra parte, los bellos sentimientos que tienes tú, ¿a quién pertenecen? ¡Esos sentimientos son tuyos y de nadie más! Tienen el sello inequívoco de tu corazón, es decir, que los puedes volver a tener, aunque no lo creas porque llevas una venda en los ojos. Esos preciosos sentimientos esperan encontrarse con alguien que vibre a tu lado y que te permita ser tú mismo. ¡Qué importante es vivir en autenticidad! De hecho, si quieres que un amor triunfe tienes que poder ser 100% tú, sin máscaras, porque si te las pones o te ves obligado a utilizarlas: ¡nunca serás feliz! Te irás alejando de tu esencia, tu yo irá muriendo y, tarde o temprano, ese edificio forjado con vigas de papel acabará sucumbiendo y enterrando todos esos sueños y castillos en el aire que nuestra mente se ha encargado de forjar de forma "maravillosa". No seamos esclavos de sentimientos no correspondidos. No alimentes tu mente con fantasías, ni falsas esperanzas, si la otra parte no te valora como eres. ¿Para qué estar con esa persona? ¿Para sufrir un calvario? No es no, lo contrario es masoquismo. En conclusión, el amor es cosa de dos, es natural y no se puede forzar, así que si necesitas reinventarte a ti mismo, hazlo, pero flagelarse no sirve de nada y cuanto menos tiempo esté corriendo esa persona por tu mente, menos kilómetros de dolor recorrerá tu corazón. Así que, no encarceles a esa persona en tu mente porque ni te pertenece ni puedes privarle de su felicidad, por más que pienses que incrementará la tuya propia, o acabarás siendo prisionero de tus propios sentimientos.