National Geographic es una de esas entidades icónicas en el mundo de la fotografía que ha tenido el placer de publicar algunas de las fotografías más famosas de las últimas décadas en su revista. Hace unos días, su Redactora Jefe, Susan Goldberg, explicaba cómo detectan las fotografías manipuladas en National Geographic.
La manipulación, más fácil que nunca
Con el reciente escándalo de Steve McCurry aún pululando por las redes, la Redactora Jefe de la publicación ha querido hacer gala de los procedimientos que siguen para certificar la veracidad de las fotografías que publican. A pesar de que personalmente creo que las fotografías son subjetivas desde el momento en el que el fotógrafo encuadra, hablaremos en este artículo de objetividad como la ausencia de una manipulación posterior de la imagen más allá de ajustes de color.
"En la era digital es muy fácil manipular una fotografía [...] así que es más difícil que nunca asegurarse de que las imágenes que publicamos, tanto en nuestra publicación como en nuestra página web, reflejan la realidad de lo que el fotógrafo vió a través de su visor". Sarah Leen, Directora de Fotografía de la publicación, destaca que "a veces no sabes si una fotografía es falsa, al menos no sin investigar un poco".
El proceso de investigación que menciona Leen no es otro que indagar tanto en el archivo JPG como en el RAW. National Geographic aplicó políticas a sus fotógrafos a través de las cuales deben adjuntar el archivo RAW, el cual no es posible modificar por ser los datos extraídos directamente del sensor. El 'sello de autenticidad' de una fotografía lo pone el archivo RAW.
Como hay veces en las que el archivo RAW puede corromperse, perderse o simplemente no hay espacio para almacenarlo, Goldberg comenta: "si el archivo RAW no está disponible, preguntamos cosas detalladas de la fotografía. Si las respuestas nos parecen sospechosas, rechazamos la fotografía ".
Los límites del retoque
Goldberg apunta a que en National Geographic se permiten unos ajustes muy reducidos respecto al color y al contraste: el objetivo es que la imagen represente lo que el ojo vé en ese momento, que es algo muy diferente de lo que capta la cámara.
National Geographic estipuló límites muy estrictos a los retoques desde que en 1982 manipularan una fotografía de unos camellos cruzando por delante de las Pirámides de Giza para encajar la fotografía al formato vertical de la portada. Los lectores no se tomaron nada bien el cambio, y la prensa se hizo eco de ello afectando a la imagen de la publicación.
La responsable de la publicación ha querido hacer pública su preocupación la veracidad de las imágenes, en parte, por la reciente caza de brujas que ha sufrido Steve McCurry con sus fotografías. "Tener la seguridad de que estás viendo imágenes reales es tan importante como tener la seguridad de que lees palabras reales", finaliza Goldberg.
Fotografía de portada | Shake It Off, de Michael Pachis
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