Siguen al pie de la letra la Lonely Planet o las enseñanzas de Iván de Pineda.
Sabe que la mejor información y más actualizada se encuentra en blogs de viajes como éste, en los grupos de Facebook o simplemente, preguntando a locales.
Reserva el hospedaje meses antes de que su viaje comience. Como unos 34 meses antes.
Nunca reserva con anticipación. Sabe que sus planes pueden cambiar en cualquier momento, y ésta es una de las razones por las que viaja.
Se pone todas las vacunas que existen en el planeta y en realidades paralelas. Hasta las que le recetaron al Boby.
Sólo se pone las que son obligatorias para entrar a un país. A sabiendas que el país en cuestión no lo obliga en beneficio del viajero sino en beneficio propio (para que no ingrese con la enfermedad, las personas le importan muy poco a los países)
Sólo se relaciona con otros turistas y si son de su mismo país mejor. Y si son de su mismo edificio mejor.
Gambetea a los turistas y demás viajeros que se cruza en el camino. Y se conecta más con los locales.
Nunca bebe agua del grifo, sobre todo si está en un país tercermundista.
Si tiene sed, podría llegar a beber agua de un charco empantanado. Que mejor vacuna que la que ofrece la madre natura.
Es altamente influenciable por los medios sensacionalistas. No visita países "peligrosos" y/o tercermundistas.
Es consciente que...de algo hay que morir
....que no todo lo que reluce es oro
....que no todo peligro es real.
Vive en una burbuja de pedo, en donde su mundo es El Mundo.
A pesar de haber conocido muchos países, sabe que el mundo es enorme y le queda mucho camino por recorrer.
Siempre que llega a un hotel o restaurant lo primero que hace es pedir la contraseña del WiFi. No lo hace para comunicarse o buscar información, sino para subir la selfie que se acaba de sacar en la puerta del hotel
El viajero lo primero que pide es el precio.
Prepara su valija con la premisa: "por si acaso...": por si acaso llueve, llevo paraguas; por si acaso nieva, llevo abrigos, guantes y esquíes y se está preparando para un viaje a las Bahamas.
Es consciente que para la supervivencia humana sólo es imprescindible el agua y el alimento. Del resto se puede prescindir o comprar en el país al que está viajando.
Tour que venden, tour que compra. Cree que no existe mejor manera de conocer un lugar que haciendo todos los tours turísticos posibles.
Sabe que sus mejores aliados a la hora de conocer un país, una cultura, una forma de vida son sus dos piernas, sus dos ojos y una mente abierta.
Quiere conocer diez ciudades en tres días, y piensa que si los transportes llegan a horario puede agregar un destino más.
Si se siente cómodo en un lugar puede extender su estancia indefinidamente o hasta que lo echen.
Siempre convierte los precios del país donde se encuentra a su moneda local, si es barato comparado con los precios de su país, compra (y cree que es una ganga)
Se adapta a la moneda local, averigua los precios normales que se manejan en el país en el que se encuentra. Lo hace preguntando a locales y leyendo blogs como éste para asegurarse que no lo estén turisteando (Según la Real Academia Viajera: término utilizado para dar nombre a estafas realizadas en base a la ignorancia del turista desprevenido)
Viaja miles de kilómetros para seguir comiendo pizzas y hamburguesas. No prueba comida local, salvo que la preparen en el restaurant del hotel o en la zona lujosa del lugar donde está turisteando.
Es consciente que en los restaurantes de lujo te cobran más por el lugar que por la calidad de la comida. Posee un GPS interno que le indica cuál es el mejor lugar para comer o sino, va a donde hay muchos locales.
Compra alimentos envasados y embotellados porque lo hace sentir seguro el envoltorio con todos esos números y nombres científicos.
Prueba todo la comida local que puede. Viaja a través de los sabores.
Come siempre en el restaurant del hotel, porque si es caro es bueno y limpio, no vaya a ser cosa que contraiga hepatitis B.
Sabe que las cocinas de los restaurantes pueden ser más sucias que cualquier puesto callejero. No se puso la vacuna de la Hepatitis B, pero está al tanto que se contrae por contacto sexual.
Colecciona países. Mientras más sellos haya en su pasaporte, más feliz se sentirá. Es inmensamente miserable si conoce a alguien con más estampas que él.
Colecciona momentos. Su felicidad depende de los instantes que lo dejan sin respiración: un atardecer, una comida en un puesto callejero, una charla con un desconocido.
Pretende que el lugar se adapte a sus hábitos y costumbres. Reniega hasta de ajustar su reloj a la hora local del país, por eso siempre lleva dos relojes, uno a la hora local y otro a la hora de su país. No vaya a ser cosa que publique la selfie en un horario en que sus amigos no están conectados.
Trata de adaptarse lo mejor que puede a las costumbres del país donde se encuentra, comiendo lo que los locales comen, tomando lo que ellos toman, vistiendo como ellos visten. Sabe que no existe mejor manera de conocer un lugar que adaptándose al mismo y mezclándose como uno más. Es consciente que no existe una mejor forma de acercase a algo tan lejano.