En 2003 se estrenó en los cines españoles la película estadounidense ‘Cómo perder a un chico en 10 días’. Se trataba de una comedia ligera, sin pretensiones, protagonizada por Kate Hudson y Matthew McConaughey, en la que ella, periodista, recibe el encargo de escribir un artículo sobre por qué fracasa una relación sentimental y él, publicista, se plantea el reto ante su jefe de conquistar a una mujer en semana y media.
Valga la introducción para justificar el título de este artículo, cuando el Centro de Estudios de Opinión Pública de Murcia (CEMOP) ha sacado a la luz esta misma semana su barómetro de otoño. Este estudio demoscópico, que no es que sea la Biblia o el catecismo, precisamente, arroja resultados que muchos sospechábamos y otros que, quizá, no tanto. Que el PP pueda subir casi 7 puntos (obtendría casi el 40% de sufragios) y alcance los 20 diputados, no deja de sorprender. Que Vox suba 6 puntos y casi doble su actual representación, pasando de 4 a 7 parlamentarios, es posible que tampoco. Y quizá menos aún que el PSOE caiga tan estrepitosamente como lo hace, perdiendo 5 puntos y hasta 4 escaños, quedándose a 12 puntos de distancia del PP, o que Ciudadanos pierda la mitad de sus votos y de su media docena de diputados.
Y es que desde mayo de 2019, cuando ganaron por primera vez unas elecciones autonómicas en esta Región desde 1995, la estrategia de los socialistas ha venido siendo tan incomprensible como desconcertante. En un partido donde no están sobrados de materia gris, su actual dirección fue capaz de prescindir sin complejos de algunos de sus activos más descollantes, dando cabida en su lugar a una serie de militantes adeptos y de probada adhesión inquebrantable. La configuración del actual grupo parlamentario en la cámara legislativa regional es buena prueba de lo que describo.
Uno de los pilares fundamentales en los que se debería basar la proyección de la acción del Ejecutivo central en la comunidad autónoma es el altavoz de la Delegación del Gobierno. Tras la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa a mediados de 2018, al prosperar la moción de censura contra Mariano Rajoy, el actual secretario general de los socialistas murcianos, Diego Conesa, ocupó el cargo, responsabilidad que tuvo que abandonar para optar a la presidencia de la Comunidad Autónoma en los últimos comicios. A Conesa le sucedió en el despacho de Teniente Flomesta el exjefe provincial de Tráfico, Francisco Jiménez, al que se reprochó que tenía un perfil mucho más técnico que político, por lo que se le sustituyó por el alcalde de Calasparra, José Vélez, un político bregado en lides municipales, lo cual no siempre es garantía de que la efectividad y solvencia sean extrapolables en otras responsabilidades de mayor rango. Lo cierto es que desde su llegada al cargo, siendo benévolos, poco se vende desde ese organismo sobre lo que se hace, se gobierna y se gestiona para la Región de Murcia desde la mesa del Consejo de Ministros.
Hace más de seis décadas, el irrepetible Helenio Herrera entrenó al FC Barcelona. El equipo viajó a Sevilla para enfrentarse al Real Betis en un partido crucial para ganar el campeonato. Como gran defensor del catenaccio, un periodista le preguntó por la estrategia que utilizaría esa tarde, a lo que el técnico argentino contestó con aquella frase lapidaria que ha pasado a la posteridad: “Ganaremos sin bajarnos del autocar”. Los azulgranas se impusieron ese día por un contundente 5 a 2 a los béticos.
En política, y más cuando se está en la oposición, no valen los cerrojos defensivos y menos la contemporización. No es de extrañar que, con ese sistema en vigor en la táctica y estrategia de Princesa, a Fernando López Miras, según el CEMOP, ya lo conozca más del 82 por ciento de los murcianos, frente a poco más del 51% que dice saber quién es Diego Conesa. Y que sea solo el actual presidente regional el que apruebe en la valoración de los líderes regionales, con una nota superior al 5,5. Es por ello por lo que el popular puede sacar pecho a partir de ahora con este refrendo a su gestión, incluso en medio de una pandemia inapelable.
Todo apunta a que con Vox o con Ciudadanos, López Miras podrá seguir instalado en San Esteban a partir de 2023, pues el cambio en el contenido de la Ley del Presidente, para posibilitar un nuevo mandato, es algo más que inminente. De manera que, si no hay una hecatombe que lo impida, y sin bajarse del autobús, como el Barça del mago HH hizo en Sevilla aquella tarde de marzo de 1959, es de prever que revalide mandato y permanezca en el Gobierno murciano hasta 2027. No hay que ser un aventajado discípulo de la vidente Esperanza Gracia para intuir esto.
Además, que este barómetro de otoño arroje datos tan abracadabrantes para los socialistas como que se detecta un trasvase de unos 9.000 votos de antiguos electores del PSOE hacia el PP, es para que algunos se palpen la ropa. Ni una extrema situación económica, ni los bajos salarios que aquí se perciben, ni el cuestionable estado del Mar Menor, por poner apenas tres ejemplos, parecen hacer mella a la hora de revertir el panorama. Esta semana el CEMOP nos ha trasladado una diáfana radiografía que revela que la mayoría de los consultados entiende que los políticos son el principal problema, que se sienten tan españoles como murcianos, que preferirían devolver las transferencias sanitarias y las de educación al Estado o que consideran buena la gestión del Gobierno regional en esta pandemia y nefasta la del Ejecutivo central. En fin, verde y con asas, todo un caldo de cultivo para los que apelan machaconamente a la España de los balcones, a la que madruga y que tanto se lamentan y compadecen por la reciente derrota de Trump en Yankilandia.