
En la conversación cotidiana, es fundamental comprender no solo las palabras que se dicen, sino también el contexto en el que se dicen. Inferir lo que alguien realmente quiere decir cuando no coincide con el significado literal de sus palabras es una habilidad conocida como capacidad lingüística pragmática.
Una nueva investigación ha revelado que estas habilidades pueden agruparse según el tipo de inferencias que requieren. En un estudio con 800 personas, los investigadores identificaron tres grupos de habilidades pragmáticas que se basan en los mismos tipos de inferencias y podrían tener procesos neuronales subyacentes similares. Uno de estos grupos incluye inferencias basadas en nuestro conocimiento de las convenciones y normas sociales. Otro depende del conocimiento de cómo funciona el mundo físico, mientras que el último requiere la capacidad de interpretar diferencias de tono, que pueden indicar énfasis o emoción.
Gran parte de la investigación sobre cómo las personas comprenden el lenguaje se ha centrado en procesar el significado literal de las palabras y cómo se relacionan entre sí. Sin embargo, para comprender realmente lo que alguien dice, necesitamos interpretar esos significados basándonos en el contexto.
Una forma en que los neurocientíficos pueden abordar una cuestión como esta es mediante imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf) para escanear el cerebro de los participantes mientras realizan diferentes tareas. Esto les permite vincular la actividad cerebral en diferentes lugares con distintas funciones. Sin embargo, las tareas que los investigadores diseñaron para este estudio no se prestaban fácilmente a ser realizadas en un escáner, por lo que optaron por un enfoque alternativo. Este enfoque, conocido como "diferencias individuales", implica el estudio de un gran número de personas mientras realizan diversas tareas. Esta técnica permite a los investigadores determinar si los mismos procesos cerebrales subyacentes podrían ser responsables del rendimiento en diferentes tareas.
Para ello, los investigadores evalúan si cada participante tiende a tener un rendimiento similar en ciertos grupos de tareas. Por ejemplo, algunas personas podrían tener un buen rendimiento en tareas que requieren comprender las convenciones sociales, como interpretar peticiones indirectas e ironía. A estas mismas personas podría arriesgárseles un rendimiento regular en tareas que requieren comprender el funcionamiento del mundo físico, y un rendimiento deficiente en tareas que requieren distinguir significados según los cambios de entonación (la melodía del habla). Esto sugeriría que se están activando procesos cerebrales distintos para cada conjunto de tareas.
La primera fase del estudio recopiló tareas existentes que requieren habilidades pragmáticas y creó muchas más, para un total de 20. Estas incluían tareas que requieren que las personas comprendan el humor y el sarcasmo, así como tareas donde los cambios de entonación pueden afectar el significado de una oración. Por ejemplo, alguien que dice "Quería calcetines azules y negros", con énfasis en la palabra "negro", insinúa que se olvidaron de los calcetines negros. Los investigadores descubrieron que las tareas formaban tres grupos: contexto social, conocimiento general del mundo y entonación. Para comprobar la solidez de los hallazgos, los investigadores continuaron el estudio con otro grupo de 400 participantes.
Con el segundo grupo de participantes, los investigadores observaron que las tareas se agrupaban en los mismos tres grupos. También confirmaron que las diferencias en la inteligencia general, o en la capacidad de procesamiento auditivo (importante para el procesamiento de la entonación), no afectaron los resultados observados.
En trabajos futuros, los investigadores esperan utilizar imágenes cerebrales para explorar si los componentes pragmáticos identificados se correlacionan con la actividad en diferentes regiones cerebrales. Estudios previos han demostrado que las imágenes cerebrales a menudo reflejan las distinciones identificadas en estudios de diferencias individuales, pero también pueden ayudar a vincular las habilidades relevantes con sistemas neuronales específicos, como el sistema central del lenguaje o el sistema de la teoría de la mente.
Este conjunto de pruebas también podría utilizarse para estudiar a personas con autismo, quienes a veces tienen dificultades para comprender ciertas señales sociales. Dichos estudios podrían determinar con mayor precisión la naturaleza y el alcance de estas dificultades. Otra posibilidad sería estudiar a personas criadas en diferentes culturas, que pueden tener diferentes normas en cuanto al habla directa o indirecta.
La investigación fue publicada en la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias.
