Carme Chacón, los muchos firmantes del documento titulado "Mucho PSOE por hacer" y muchos otros miles de socialistas que pasean su desmoralización y confusión por todo el mapa de España saben que una gran parte de los socialistas españoles, empezando por Zapatero y muchos de sus secuaces, están muertos, sin que ellos lo sepan. Hace mucho tiempo que olían a cadáver, pero continuaron comportándose como si estuvieran vivos. Acostumbrados a la podredumbre, los cadáveres no pueden ni oler el hedor que despiden después de haber destruido su país, su partido y buena parte de la esperanza de todo su pueblo.
El documento "Mucho PSOE por hacer" es crítico y despliega un análisis bastante certero de la actual situación de su partido y de las causas que le han conducido a ella, proponiendo una serie de medidas para enderezar su rumbo y evitar el negro futuro que se le presenta, plagado de amenazas y de derrotas, la primera de las cuales, claramente anticipada por las encuestas, se producirá en Andalucía, donde en marzo aplastante mayoría del Partido Popular. Sin embargo, el documento no se atreve a reconocer abiertamente la existencia de una legión de muertos vivientes, cadáveres y momias inservibles dentro del socialismo español, ni es capaz de alcanzar la conclusión valiente y correcta de que nadie que haya estado vinculado a los gobiernos de Felipe González y Zapatero puede ser útil para el futuro.
El fracaso del "zapaterismo" ha sido de tal envergadura que nadie que haya participado en esa orgía de despropósitos y estrados tiene ya futuro en la política española. Zapatero, Rubalcaba, Barreda, Pepiños, Pajín, Chaves y todos los demás están muertos, pero se pasean por el escenario como cadáveres estúìdos, desconocedores de que han perecido.
Muchos en el PSOE lo han percibido y están tomando medidas. Las rebeliones en las agrupaciones son cada día más numerosas. Los jóvenes socialistas no se conforman con la tesis oficial de que el fracaso se debe a la crisis y exigen un examen minucioso de lo sucedido, un análisis exaustivo que señale todo lo que se ha hecho mal en los últimos ocho años, la verdadera causa del inmenso castigo que los ciudadanos han dado al PSOE en las urnas.
Pero el partido socialista, en teoría sometido a procesos internos democráticos, se ha hecho vertical y autoritario, hasta el punto de que en su seno ya no es posible el verdadero debate y el uso de la verdad. Hay miles de socialistas en Andalucía que saben que Griñan es un cadáver y que si se presenta en las próximas elecciones como candidato, será barrido, pero no es posible cuestionar al líder, que ha terminado siendo elegido candidato "por aclamación".
El espectáculo de los cadáveres que ignoran su naturaleza muerta es terrible y esperpéntico. De los muertos sólo pueden surgir ideas y propuestas necrosadas. Rubalcaba ha decidido combatir el desánimo interno tocando el tambor en el Parlamento con iniciativas rescatadas del baúl de los recuerdos del Gobierno de Zapatero tales como la ley de muerte digna o la de Igualdad. Son propuestas necrófilas, marcadas por el "rigor mortis", desconectadas de la vida. Los que todavía no están lo bastante contaminados para ignorar la muerte y perciben el baile de los cadáveres en el socialismo español se desesperan y braman desde la impotencia, incapaces de transmitir a la cúpula que ya han muertos y que deben ser enterrados.
Es irónico, pero el jefe de los espectros es Felipe González, el más muerto de todos, una reliquia del pasado que sigue paseándose, como fantasma insatisfecho, por los escenarios y los pasillos del partido, añorando sus tiempos de gloria. La legión de cadáveres que domina hoy el PSOE vuelven a aclamarlo, como si su tiempo no hubiera pasado, como si él no fuera ya una momia desvencijada.
La realidad es esperpéntica y triste. Los cadáveres quieren renovar, pero no pueden hacerlo. Las ideas que nacen de ellos son todas de ultratumba, propuestas e iniciativas envueltas en polvo y telarañas.
La candidatura de Carme Chacón, la más novedosa que es capaz de ofrecer ese partido envejecido y descuartizado, tampoco es válida, pues la política catalana y casi todos sus seguidores han sido cómplices de los estragos del "zapaterismo" y culpables de la casi destrucción de España llevada a cabo por el socialismo en los últimos años. La única candidatura viable para sacar al PSOE de su cementerio será una de gente nueva, joven, alejada del oficialismo y dispuesta a realizar cambios profundos que conduzcan hacia la democracia y la ética, dos valores perdidos por el socialismo español durante su largo periplo por el poder público.
Los vivos lo sabemos, pero los muertos lo ignoran. La única forma que tiene el PSOE de regresar a la vida es enterrando a sus muertos bajo losas de hormigón para que no se escapen más del subsuelo y dejen a los vivos refundar un partido que en las últimas décadas ha acumulado demasiada indecencia y vergüenza en sus depósitos: corrupción, terrorismo de estado, desempleo masivo, despilfarro insultante, privilegios indefendibles, riqueza injustificable, financiación inconfesable, endeudamiento enloquecido, mentiras, trampas, trucos, engaños y un largo etcétera de enfermedades antidemocráticas que han llevado la desgracia a muchos españoles y a muchos "compañeros" hasta la tumba política.