Reiteramos en este vídeo, para empezar, la idea de que la aparición del individuo en la civilización occidental no fue un fenómeno natural, sino histórico, destacándose su desarrollo a partir del Renacimiento, aunque sus raíces están en el pensamiento de filósofos como Duns Escoto y Guillermo de Ockham en los siglos XIII y XIV. Estos pensadores enfatizaron la idea de que Dios no se somete a la razón, lo que implica que el mundo es contingente y es su libre voluntad la que decide cómo son las cosas. A partir de estos conceptos, se originó la idea de la libertad individual, junto con la soledad y la angustia. Norbert Elias argumenta que esta personalidad del hombre moderno se origina en la internalización de autocontroles y tabúes que reprimen los comportamientos espontáneos y que, al mismo tiempo, son los que socializan y civilizan. Esta represión llevó a la separación entre el yo íntimo y el yo social. El yo íntimo pasará a ser lo que Elias denominó “homo clausus”. Este autor explora también los modos en que la aparición de este hombre encerrado en sí mismo emerge a la vez que los comportamientos en el dormitorio, a la hora de comer o en el modo de realizar las necesidades corporales se van haciendo más privados y decorosos. También las emociones se someten a control. El homo clausus acabará identificado con la personalidad esquizoide, caracterizada por la insociabilidad, la introversión y la dificultad a la hora de expresar emociones. Y esta personalidad dejará su huella en el arte y la cultura de la época moderna y posmoderna. Esta reflexión finalmente habrá de ser acomodada al hecho de que, como también resaltan Elias y Steven Pinker, el siglo XX (también el XXI) es un siglo descivilizador.