Cuándo eres madre, tus prioridades cambian. Dejas de pensar en tu bienestar para preocuparte por el de esa pequeña personita que vas a traer a este mundo. Y esta nueva preocupación, hasta ahora desconocida, te hace replantearte cada pequeño detalle de tu vida actual hasta el punto de dudar de cada una de tus decisiones ¿verdad?
Si antes tardabas un segundo en decidir que ibas a pedir un aumento a tu jefe, ahora analizas las posibles consecuencias derivadas de esa acción hasta verificar que los pros superan con creces a los contras. Y no solo eso, sino que te cuesta mucho más imaginar los problemas que encontrarás por el camino para planificar posibles soluciones reales. La decisión más pequeña, se convierte en un mundo.
Sé lo que es, porque lo he vivido hace relativamente poco. Yo tuve que tomar una decisión muy importante durante mi embarazo, una decisión que llevaba tiempo meditando pero no terminaba de tomar porque no era una necesidad urgente, una prioridad imprescindible para seguir avanzando. Y aun embarazada, cuándo llegó el momento de decidir, sopesé muy bien cada pequeño detalle para minizar el riesgo al máximo.
Y es que cuándo eres o sabes que vas a ser madre, tu vida cambia de forma radical y te conviertes en una versión de ti misma que desconocías hasta ese momento. Tus necesidades pierden importancia y tu deseo más urgente es asegurar una vida estable y equilibrada para tu pequeño, dónde tenga todo lo que necesite y seas capaz de darle lo mejor de ti.
Por aquel entonces yo trabajaba en una oficina y compaginaba mis horas allí con este blog. No me importaba sacrificar mi tiempo libre para hacerlo crecer o estar hasta pasada la madrugada creando contenido, gestionando redes sociales, planificando nuevas estrategias... Sabía que quería convertir mi blog en mi forma de vida en el futuro, que solo así podría tener calidad de vida algún día y trabajar en lo que de verdad me apasiona.
Mi prioridad era hacer crecer mi proyecto y crear, poco a poco, una comunidad activa en torno a él que confiase de verdad en mi y en todo lo que tenía que ofrecer. Es cierto que quería dejar mi oficina, pero de momento no era una urgencia imperiosa. Podía esperar a que los ingresos procedentes del blog crecieran poco a poco y entonces sentarme, echar cuentas y decidir mi próximo paso.
Aunque una de mis misiones es incentivar a otras mujeres a crear el proyecto de sus sueños y convertirlo en su forma de vida, no soy de esas personas alocadas que se tiran a la piscina sin haber pensado muy bien en cada posible consecuencia. Nunca he tomado decisiones arriesgadas sin tener un plan B listo por si las cosas se torcían y necesitaba aminorar el ritmo o pivotar directamente.
Mi idea del emprendimiento no es la de encontrar una idea genial que te haga rica de la noche a la mañana y te permita pasar las horas tirada en el sofá, rascándote la tripa, sin dar palo al agua. Mi idea al emprender era trabajar en lo que de verdad me gustaba, conseguir optimizar mi sistema al máximo, gestionar de forma correcta mi tiempo y tener una calidad de vida que me permitiera disfrutar de mi tiempo libre.
En resumen: sentirme realizada a nivel personal y profesional, sin depender de terceras personas para marcar mis horarios y tener la posibilidad de adaptarlos a mi propio ritmo. Siempre me he negado a aceptar la idea de que los autónomos no tienen vacaciones. ¿Para qué dejar mi oficina con las vacaciones pagadas entonces? ¿Para convertirme en esclava de mi proyecto online? De eso nada.
EL CAMBIO RADICAL
En febrero de 2014 supe que estaba embarazada y todo cambió. Si eres madre, sabes de lo que te hablo. La idea de compaginar oficina, blog y bebé no me resultaba nada atractiva y supe que había llegado el momento de decidir. Y la opción descartada estaba clara: tenía que dejar la oficina cuánto antes. Pero no podía hacerlo de la noche a la mañana sin poner en riesgo nuestra estabilidad económica.
Durante los meses de embarazo me impliqué al 100% con mi trabajo en el blog, creando proyectos que tenía parados por falta de tiempo. Gracias a mi nueva mentalidad, descubrí que no es que no tuviera tiempo, es que no eran urgentes cuándo anoté la idea en mi blog de notas. Pero ahora sí. Habían escalado varios puestos en mi lista de prioridades.
Mi objetivo era claro: dejar la oficina ese mismo año. No quería perderme ninguna de las primeras veces de mi pequeño. Aunque esa decisión tuvo consecuencias: pasé largas noches enfrascada en mi trabajo con la cajita de Caribán al lado. Pero pensar en el objetivo final era lo que me animaba a continuar y no tirar la toalla.
Porque no es lo mismo tener un blog como una fuente de ingresos complementaria que querer transformarlo en tu fuente principal de ingresos. Cuándo tomas esta decisión, descubres que tienes un montón de tareas a medio hacer que requieren de tu atención inmediata. Aquí no hay ritmos que respetar, tienes que hacerlo YA si quieres llegar a tiempo al plazo marcado, en mi caso, octubre de 2014.
Aprendí mucho sobre mis capacidades y limitaciones, descubrí que esos miedos y dudas que nos asaltan a todas son fruto de nuestra propia mentalidad de escasez. Nosotras mismas nos ponemos la zancadilla una y otra vez y es muy complicado entender que para cumplir nuestro sueño, tenemos que empezar por cambiar nuestra forma de ver la vida.
Aprender a pensar en tu blog como en tu negocio es una base muy importante para avanzar en el camino. Tienes que pensar como una pequeña empresaria y dejar de confiar en las casualidades y la suerte. Nadie va a hacerte el trabajo sucio, tienes que hacerlo tú invirtiendo tu tiempo, tus recursos y tu esfuerzo. Es entonces cuándo tu fuerza de voluntad y nivel de compromiso entran en juego y se convierten en tu mejor carta para ganar.
DECISIONES IMPORTANTES:
Nadie mejor que tú sabe qué es lo que de verdad quieres y hasta dónde estás dispuesta a llegar para conseguirlo. Tienes que ser fuerte, confiar en ti, en tus capacidades, en tu compromiso con tu idea, y plantar cara al miedo y las dudas. Porque no solo tú dudarás de ti y temerás las consecuencias de tus decisiones, los que te rodean, esas personas importantes que forman parte de tu día a día, también intentarán convencerte de que lo que quieres hacer, es una locura.
Yo tuve en cuenta todas y cada una de las opiniones y consejos que recibí durante mi embarazo, analicé cada una de esas ideas, las desglosé y planifiqué posibles soluciones.
- Si algo salía mal cuándo dejase la oficina, ¿qué era lo peor que podía pasar? Que no ganase dinero suficiente para mantener nuestra calidad de vida.
- ¿Y qué podía hacer? Tenía 7 años de experiencia como administrativa en una empresa reconocida, podía buscar otro trabajo.
- ¿Y si no encontraba trabajo? Siempre quedaba la opción de recurrir a mi familia hasta encontrar trabajo.
- ¿Y si mi familia no podía ayudarme? Esta posibilidad es remota, ya que tengo la suerte de haber podido contar siempre con mis padres pero... ¿y si esta vez no podían?
- Pues no estaría peor que el resto de españoles que viven con un solo sueldo. Mi marido es funcionario, nos apretaríamos el cinturón hasta que yo encontrase trabajo.
- ¿Y qué haría mientras tanto? Pues disfrutar de mi hijo y buscar otras alternativas para trabajar online desde casa. He estudiado filología, diseño y marketing... ¡seguro que encontraba la forma de sacar provecho a todo lo aprendido!
¿Y cuál era el premio si lo conseguía? Disfrutar de las tardes libres con mi hijo, ser testigo de cada una de sus primeras veces, acompañarlo durante cada segundo de su infancia y adaptar mis horarios a sus ritmos y necesidades.
La decisión estaba tomada, no había más que pensar. Cada posible problema tenía una solución real. No me estaba lanzando de forma temeraria a una piscina sin agua. Era consciente de los posibles peligros y estaba decidida a hacerlo porque mi objetivo final... ¡era lo que quería de verdad!
Con mi lista de problemas y soluciones terminada, había llegado el momento de entrar en acción, no podía quedarme parada esperando a que mis pensamientos se materializaran e hicieran realidad la vida que quería conseguir. Tenía que salir ahí fuera, incluso en mi estado, y hacerlo yo.
EL MOMENTO DE LA VERDAD:
Con la decisión ya tomada, empecé a optimizar mi sistema de trabajo. Necesitaba un cambio radical si quería conseguir tener mi proyecto funcionando antes del parto. Y el tiempo jugaba en mi contra si no me ponía las pilas y empezaba a trabajar ya mismo.
- Eliminé todas esas tareas superficiales que no aportaban resultados inmediatos a mi trabajo. Me centré en lo importante y descubrí que es cierto lo que había leído sobre la Ley de Pareto: el 20% de tus acciones son las que te reportan el 80% de tus beneficios. Quédate con lo imprescindible y suelta lastre, no necesitas ser una gran empresa, no eres Coca Cola.
- Focalicé mis esfuerzos en terminar de crear los cursos y ebooks que tenía a medias desde hace tiempo. Necesitaba poner a funcionar esa fuente de ingresos pasivos que llevaba tiempo planificando y que apenas había empezado a ver la luz. Necesitas un sistema que te permita trabajar con piloto automático y te garantice un mínimo de ingresos periódicos, empieza hoy mismo a trabajar en él.
- Hice pequeños sacrificios que afectaron a mi vida social pero hicieron crecer más rápido mi idea de negocio. A veces hay que renunciar a ese café con las amigas, esa noche cine en pareja y el último capítulo de tu serie favorita en Netflix. Tranquila, cuándo el sistema se estabiliza y empieza a funcionar solo, recuperas tu inversión de tiempo.
- Programé las entradas del blog y redes sociales para los 3 primeros meses de vida de mi pequeño. Es una tarea importante pero que no necesitaba de mi presencia directa para darle al botón de publicar o compartir. Esos meses, el tiempo que dedicase a mi negocio, sería para avanzar con los trabajos de diseño y estrategia pendientes. Es importante que seas consciente de qué tareas requieren tu presencia y cuáles puedes automatizar, dejar en stand by o delegar a terceros.
- Cambié mi perfil de cliente ideal. Sí, descubrí que me estaba enfocando a un público que quería resultados dentro de un límite de tiempo que ya no podría cumplir. Mi objetivo con el cambio era poder adaptar mis horarios a los de mi hijo, por eso decidí trabajar con mamás o personas para las que la calidad del resultado fuera más importante que el tiempo de espera y desarrollo. Necesitas encontrar a un cliente con el que te sientas cómoda trabajando, que haya conexión y empatía, verás que los resultados y tu motivación aumentan cuándo lo encuentres.
ENCONTRANDO EL EQUILIBRIO
Y entonces, descubres que este regalo de la vida es lo que has estado esperando todo este tiempo para ponerte las pilas, empezar a trabajar de verdad para cumplir tu sueño y ser lo que llevas años esperando ser.
Descubres que tus miedos no eran tan arriesgados y que pocos de ellos llegan a cumplirse. Y los que se cumplen, tienen una solución real y práctica. No te esfuerzas en eliminarlos, sino en aceptarlos, analizarlos, solucionarlos y aprender de ellos.
Disfrutas de tu trabajo porque sabes que eres tú la que lo ha elegido y que una vez apagues el ordenador, terminas hasta el día siguiente. Tú marcas tus horarios y decides cuándo trabajar, dónde y en qué.
Te sientes feliz y realizada, cómoda con tus lectores y clientes que se mueven en la misma vibración que tú. Al fin sabes que has encontrado tu camino después de tanto tiempo y sientes que todo lo que has sacrificado e invertido para encontrarlo, ha merecido la pena.
Y sientes la imperiosa necesidad de compartir con todo el mundo esa experiencia tan enriquecedora que ha cambiado de forma radical tu vida, de hacer entender a otras madres que no necesitan renunciar a sus sueños para ser las mejores mamás del mundo, que encontrar el equilibrio entre su vida personal y profesional es posible. Aunque no sencillo ni rápido.
Estoy muy orgullosa de la decisión que tomé, he aprendido mucho de mis errores y también de mis aciertos. Mi paso de mujer a mujer-mamá me ha abierto los ojos a un nuevo mundo lleno de infinidad de opciones compatibles y he descubierto que si quieres, puedes. No hace falta ser una superwoman ni tener super poderes, tampoco renunciar a nada que consideres importante en tu vida para ser feliz.
Encontrar el equilibrio es posible si es lo que de verdad deseas. Pero tienes que quererlo de verdad porque vas a tener que hacer grandes sacrificios al principio y trabajar mucho hasta tener tu sistema mínimo viable funcionando. Cambiar de mentalidad no es sencillo y no todo el mundo está dispuesto a hacerlo. Tú eres tu peor enemigo a la hora de cumplir sueños.
Vas a encontrar en tu camino personas negativas, con mentalidad limitante, que tratarán de cortarte las alas. Escúchalas. También aprenderás mucho de ellas, de sus miedos, de sus limitaciones, de su forma de ver la vida. Aprende de ellas, analiza sus miedos y sus dudas, planifica posibles soluciones reales y si tu idea todavía es importante para ti, sigue adelante.
No dejes que las opiniones y experiencias de terceras personas te frenen. Ellas tuvieron su oportunidad de decidir y lo hicieron teniendo en cuenta su propia experiencia, necesidades e intereses. Tú no eres ellas. Cada una de nosotras tenemos unas aspiraciones, capacidades y habilidades distintas que son las que nos hacen únicas y especiales.
Valórate, acepta tus limitaciones y trabaja para superarte cada día. Nadie nace aprendida. Yo no nací sabiendo diseñar, crear una empresa o planificar una estrategia de marketing emocional. He tenido que estudiar, invertir tiempo y recursos en formarme y aprender de cada uno de los errores que he ido cometiendo a lo largo de mi camino.
Ten muy claro que solo tú puedes decidir qué haces con tu vida porque solo tú sabes dónde están tus límites y si estás dispuesta a superarlos. Si eres feliz con lo que tienes ¡enhorabuena! Has encontrado tu felicidad. Pero si sientes que lo que tienes puede mejorar o necesitas cambiarlo para sentirte realizada... ¡no dejes que nada ni nadie marque tus límites y te haga sentir incapaz de conseguirlo!
Habrá tareas aburridas o que no sepas hacer y necesites delegar en otros profesionales, pero al principio, tendrás que hacerlas tú. En mi caso, la contabilidad la delegué casi desde el principio porque era una tarea que me consumía mucho tiempo y me resultaba muy pesada. No olvides ser realista y anotar qué tareas imprescindibles vas a necesitar desarrollar para hacer crecer tu negocio y si te será posible delegarlas o automatizarlas.
No confundas difícil con imposible, tampoco compromiso con obligación. Para encontrar el punto de equilibrio en el que te sientas cómoda y feliz, vas a necesitar trabajar todos los aspectos de tu vida, tanto a nivel personal como profesional y quedarte solo con lo imprescindible. Tomar este tipo de decisiones no es fácil, a veces te sentirás sola, pero eres tú la que decides hasta dónde estás dispuesta a llegar y en qué condiciones.
TÚ ERES LA PROTAGONISTA DE TU VIDA
Desde enero de 2013, fecha en la que creé este blog, mi vida ha cambiado mucho, podría decirse que ha dado un giro radical de 360º y puedo decir con la cabeza bien alta, que me siento orgullosa y muy satisfecha de lo que he conseguido.Mis objetivos cambiaron, mis clientes y lectores cambiaron, mis prioridades cambiaron... Pero es que, en realidad, eso es lo bonito de crear un negocio con alma, una marca con la que te sientas identificada en cada una de las etapas de tu crecimiento y sea capaz de evolucionar contigo, crecer juntas y seguir siendo tú.
Jamás aconsejaré a nadie que se lance a lo loco a la consecución de sus sueños porque yo no lo hice. No soy una de esas emprendedoras que tuvo un sueño y lo dejó todo para hacerlo realidad. Tengo los pies sobre tierra firme, aunque es cierto que la cabeza la mantengo en las nubes porque es lo que me hace sentir viva.
Y es que para encontrar ese punto de equilibrio del que llevamos hablando desde el inicio de esta entrada, no solo vas a tener que trabajar duro, comprometerte al 100% con tu idea y aprender a diferenciar lo urgente de lo importante y prescindible, sino que tendrás que aprender a valorarte, aceptarte, entenderte y conectar con la mejor versión de ti misma, esa capaz de comunicar tu mensaje de forma clara, transparente y real a tu audiencia.
Porque tú eres tu marca, tu idea, tu misión, la protagonista de tu vida. Y si quieres, puedo acompañarte durante este proceso transformador que marcará un antes y un después en tu experiencia personal y profesional. Yo también he empezado de cero, yo también me he equivocado, yo también he dudado y sentido miedo. Pero nunca me he rendido ni he tirado la toalla porque mi objetivo final era más importante que todas mis debilidades juntas.
MI NUEVO PROGRAMA FORMATIVO PARA MAMÁS EMPRENDEDORAS ESTÁ PENSADO POR Y PARA TI, ME ENCANTARÍA QUE HICIERAS CLICK EN EL SIGUIENTE BOTÓN PARA CONTARTE TODO LO QUE QUIERO HACER POR TI
CELIA, CUÉNTAME MÁS
No permitas que nadie diga que eres incapaz de hacer algo, ni siquiera yo.Si tienes un sueño, debes conservarlo.Si quieres algo, sal a buscarlo y punto.¿Sabes? La gente que no logra conseguir sus sueñossuele decirle a los demás que tampoco cumplirán los suyos.
Will Smith (En Busca de la Felicidad)