Revista Salud y Bienestar
Como enfermera me he metido la bolsa de sangre que te iba a trasfundir dentro de mi uniforme, para calentarla con mi cuerpo y no provocarte una hipotermia. Como enfermera he visto tus lágrimas al abrazar por primera vez a tu bebé prematuro. Te he visto llorar cuando has perdido a tu bebé de 2 meses. Te he visto coger el primer aliento después de salir del coma y he reconocido cuando estabas dejando de respirar. Como enfermera he visto a tus hijos desesperados porque no les reconocías y he reído contigo cuando me decías que qué cambiado estaba el mundo. Me has querido emparentar con tu nieto y me has dado bombones. Me has preguntado que cuándo descansaba y qué hacía trabajando a esas horas en navidad. Me he quedado sentada contigo cuando sacaba dos minutos de mi tiempo para ayudarte a poner el canal que me pedías. Me he quedado casi tumbada en tu pecho acompañándote un ratito a ver esa peli que tanto te gusta. Como enfermera te he pinchado más veces de la cuenta y veías en mi cara que me dolía tanto como a ti hacerte daño. Como enfermera no he podido evitar tu sufrimiento y he tenido que tragar saliva cuando te marchabas. Me ha tocado darte la mano cuando te daban malas noticias, y me ha tocado darle las malas noticias a tus hijos por teléfono. He tenido que curar las heridas que te provocaba estar en cama durante meses y he visto como cerraban. He visto también como te salían heridas nuevas. Como enfermera he corrido por el pasillo cuando he visto en el monitor que tu corazón se estaba apagando, y te he ayudado a respirar con diversos aparatajes. Como enfermera me ha tocado calentarte el café y ayudarte a comer, también me ha tocado parar porque te estabas ahogando. Tu familia me ha visto mirarte cuando estabas inconsciente y tu me has escuchado contarte que había sido un día duro a pesar de que tuvieras los ojos cerrados. Me he equivocado con tu medicación y me he pinchado con tu aguja. Me he tenido que salir de la habitación cuando tu marido lloraba al perderte porque no podía contener las lágrimas, y me has visto despedirte y desearte suerte al alta hospitalaria. Te he enseñado a ti y a tu familia cómo cuidarte cuando estés en casa y pequeños consejos para hacerte la vida más llevadera cuando no estés en el hospital. Me has oído mil veces decirte que dejes de fumar y al final del día he pensado en ti en mi casa, en cómo estarás... en si estarás mejor. Como enfermera he hecho de tu viaje el mío y tú eres cada parte de mi día.
Gracias a ti soy enfermera. Un precioso texto que en estos momentos circula en internet. Va por esa preciosa profesión en general y por mi hija, que también es enfermera, en particular... Fuente