Revista Opinión
Los procesos de duelo, en general, se hacen presente en algún momento de la vida de todo ser humano y hacen referencia a situaciones específicas de dolor donde su centro lo constituye la perdida de algo o alguien. Cuando nos referimos al ser amado se hace referencia exclusiva a una persona, animal o cosa, el cual ha sido revestido de amor por el individuo.
El algo hace referencia a objetos y circunstancias y él alguien a personas, dichas perdidas se pueden determinar como parciales o totales, también como abruptas o esperadas, en las perdidas parciales hablamos de separaciones en donde la pareja se reencuentra en algún momento a futuro y mantiene un vínculo o relación aunque distante con el sujeto realizador del duelo. En la pérdida total se habla de la persona u el objeto el cual pierde cualquier tipo de vínculo con el sujeto realizador del duelo.
Cuando hablamos de la elaboración del duelo o elaboración de la pérdida del ser amado, se pueden determinar dos posibilidades, la primera que hace referencia al duelo realizado por la muerte física del sujeto y la segunda que nos habla de la pérdida de la relación que vincula a dos sujetos sin que exista muerte física de alguno de los mismos.
Es en esta segunda instancia, al contemplar la pérdida de la relación existente que se dice que ambas partes deben realizar un proceso de duelo, tendiente a la asimilación e interiorización de la situación presente.
Sin embargo, es de aclarar que tan solo una de las partes se verá afectada por dicho proceso pues la otra parte es quien ha tomado la decisión de la ruptura, por lo que su decisión ha sido racional y premeditada, razón por la cual no requiere de la elaboración del proceso en mención, por lo tanto podemos decir que es a la otra persona a quien le corresponde asumir el proceso de duelo y deberá afrontar esa situación.
ESE MOMENTO FRENTE AL ABISMO DE LA RUPTURA
Existen diferentes razones por las cuales una relación de pareja se acaba, puede suceder que ninguno de los dos tenga la culpa de la ruptura de la relación, o puede acabar porque uno de los dos lo decidió, o porque ambos lo decidieron así (acuerdo mutuo), o porque uno de los dos encontró otro amor.En el momento de la ruptura de la relación, el individuo que tiene que asumir el duelo y determinar la culpa del fracaso de la relación, por lo regular desea saber qué fue lo que estuvo mal para poder hacer algo, corregirlo y recuperar de esta manera a su pareja, pero no todas las veces la pareja está dispuesta a volver de nuevo a participar de esa relación y es aquí cuando se presenta el duelo por la pérdida de ese ser querido que sin que hubiese muerto, simplemente no desea volver con su pareja, mientras el otro debe enfrentar el que el primero no volverá y por ende la terminación de la relación.
LA SEPARACIÓN
La separación implica un fuerte impacto emocional, porque cuando se comparte la vida en todas sus dimensiones con otra persona, se establece un nosotros en el que se compromete en la cotidianidad las necesidades, las expectativas, las ilusiones.
Para estas parejas y para todas aquellas en las que el vínculo se agotó en el amor, en las que el odio, el miedo y la culpa son los principales elementos que los unen, la separación es definitivamente una alternativa y no un fracaso.
El dolor es la sensación causada por una lesión o el signo del pasaje por una prueba. "El duelo no es otra cosa que una muy lenta redistribución de la energía psíquica hasta entonces concentrada en una sola representación que era dominante y ajena al yo." Para poder comprender el duelo por la ruptura de una relación afectiva, resulta indispensable recordar la importancia emocional que tiene los lazos afectivos para el ser humano.
Pensemos en la importancia que tiene para la vida afectiva esa primera relación de un niño con su madre capaz de recibirlo, de aceptarlo, de responder adecuadamente a sus necesidades de empatía, de ser disponible e incondicional, como requisito para el establecimiento de la capacidad del adulto de amar y poder separarse sanamente con base en una buena autoestima.
La presencia de la madre representa seguridad. El temor a perderle es el primer y más primitivo terror que un ser humano experimenta, por que amenaza la misma supervivencia. Precisamente a través de este vínculo afectivo tan poderoso como indispensable aprendemos que podemos ser amados y aprendemos a amar.
II Corintios 1:3-4: "Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de la misericordia y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos consolar a los que sufren, con el mismo consuelo que recibimos de Dios!"
Efesios 4:26: “Enójense, pero sin pecar: que el enojo no les dure hasta el término del día, y no den lugar al demonio.”
Mateo 6: 14-15: ”Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres. También el Padre celestial los perdonará a ustedes. En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.”
Isaias 41:10: “No temas pues yo estoy contigo, no mires con desconfianza, pues yo soy tu Dios, y yo te doy fuerzas, yo soy tu auxilio y con mi diestra victoriosa te sostendré”.
Miguel Alexander Méndez SandovalPsicólogo, Análisis de Testimonios¡Consuela a mi Pueblo! Blog