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Mi hijo único de 7 años casi nunca se aburre cuando esta en casa, es un niño muy creativo y siempre anda ocupado en algo, inventando cosas, arreglando otras, dibujando, pintando, tocando su guitarra, reciclando y muchas otras cosas más. Por supuesto llevar acabo todas estas tareas que se propone no siempre le resulta sencillo, en muchas ocasiones se enfada y llora y no hay quien lo pare. ¿Qué es lo que siente?. Lo que siente él lo sienten todos los seres humanos y sobre todo los niños que están creciendo. Se llama frustración.
Mi hijo esta en una edad en la que se siente muy independiente, en ocasiones sobrevalora sus capacidades como muchos niños, e intenta realizar algunas tareas o actividades difíciles para su edad, aceptar que muchas veces no es fácil o que no puede realizarlas le causa mucha frustración. Algo completamente normal en el ser humano desde que nace.
Por ejemplo los bebés es normal que lloren y demanden algunas cosas, pues están relacionadas con sus necesidades básicas, las que obviamente sin discusión tienen que ser satisfechas. Si un bebé llora hay que atenderlo inmediatamente puede sentir hambre o tener alguna molestia y requiere acción inmediata para fomentar su seguridad y desarrollo emocional.
Cuando ya no son tan pequeñitos y empiezan a crecer sus demandas aumentan y muchas veces no distinguen sus necesidades básicas con las de simples deseos o caprichos y ahí entramos a relucir los padres. Es necesario saber guiarlos y no caer en el error de que para que nuestro hijo o hija no llore o no se frustre hay que complacerlo en todo, facilitarle las cosas y ceder ante deseos que no tienen nada que ver con su bienestar. Esto es un error grave en el que muchos padres caen perjudicando para siempre a sus hijos.
¿Cómo llegan a ser estos niños a quienes no le enseñamos a manejar sus frustraciones o a tolerarlas en la adultez?.
Llegan a ser personas que no son capaces de tolerar la más mínima molestia, contratiempo o demora
en la satisfacción de sus deseos y no soportan ningún sentimiento o
circunstancia desagradable. Es decir, no toleran el hecho de sentirse
frustrados y los sucesos no deseados los ven como terribles catástrofes y personalmente sí que he visto a adultos así de complicados.
¿Como podemos ayudar los padres a nuestros pequeños hijos a tolerar su frustración?
- Se paciente con tu hijo o hija cuando notes que empieza a enojarse o a llorar debido a la frustración.
- Déjalo que se calme por si mismo. Cuando le haya pasado bríndale consuelo, abrázalo e intenta darle una guía en lo que se propone hacer. Pero no le soluciones las cosas, ni cedas a sus caprichos.
- A veces se cree que si le dices "no" a tu hijo le haces un terrible daño o hasta le puedes causar traumas. Nada más errado que eso. Ser un padre amoroso no es igual a ser un padre permisivo. Los padres damos amor pero también ponemos autoridad lo que se refleja en las reglas que brindamos basadas en el amor y no en el rencor.
- Tu ejemplo es de vital importancia para que tu hijo aprenda a tolerar sus frustraciones. Si ve que tú reaccionas mal ante cosas sin mucha importancia te puede imitar. Recuerda no exagerar ni maximizar las cosas. Mánten la calma cuando por ejemplo "no gana tu equipo favorito", o cuando "no puedes asistir a un evento o fiesta por alguna razón". En esas ocasiones tus hijos están atentos a tus reacciones.
- Dormir bien y hacer una pequeña siesta también les ayuda a los niños a estar más dispuestos a manejar sus enfados.
- Cuéntale historias o cuentos en donde se narren las dificultades que
experimentaron los héroes, hasta lograr
alcanzar el éxito. Comentales cómo si no hubieran insistido, o si se hubieran dado por vencidos, no habrían descubierto nuevas tierras, nuevos inventos o no conseguirían lo que quisieron.
Recuerda que la frustración es una encrucijada: o te eleva o te degrada. De una experiencia
dolorosa, algunos niños aprenden, por ejemplo, a ser más flexibles, tolerantes o incluso fuertes.
Otros niños, sin embargo, se vuelven histéricos y egocéntricos.
Nuestra tarea de padres es proporcionarles amor y limites claros. Esto incluye no evitarle las frustraciones sino mas bien ayudarlos a superarlas y ser siempre sus modelos de autocontrol ante nuestros pequeños.
La toleracia a la frustración se aprende en la infancia y nos ayudará por siempre a enfrentarnos a la vida real que, lamentablemente, está
llena de dificultades, fracasos y desengaños. Es nuestra labor guiar desde ahora a nuestros pequeños.
Cuando mi hijo llora por algo que no le salió bien o no pudo conseguir, lo dejo que se calme por si solo, cuando ya está más calmado le doy un abrazo muy fuerte y lo animo a seguir intentándolo y no rendirse.