Tendemos a pensar que el último momento del siglo V y el siglo siguiente, ya desaparecido el Imperio Romano de Occidente, son momentos de pobreza y destrucción . Al fin y al cabo es lógico imaginar que una vez desaparecido el emperador en Roma, también cayeron las estructuras administrativas y económicas que se sustentaban en él. Las cosas no fueron exactamente así, en muchos casos, los reinos que sustituyeron a Roma mantuvieron casi intacta la estructura administrativa y sobre todo la fiscal, limitándose a cambiar a las personas que ocupaban los puestos más elevados de esa organización pero manteniendo casi iguales los impuestos y el esquema administrativo imperial que habían heredado. Gracias a ello, las infraestructuras más importantes pudieron seguir funcionando y abasteciendo de agua las ciudades, las calzadas comunicaban unas poblaciones con otras, manteniéndose las instalaciones portuarias en buen estado para garantizar el continuo funcionamiento de las rutas comerciales, etc. Un buen ejemplo en el que podemos observar el mantenimiento de las estructuras romanas fue la Italia de los ostrogodos.
El reino ostrogodo de Italia, desaparecido tras la invasión bizantina, fue un reino próspero capaz de levantar una armada potente y mantener grandes ejércitos que intervinieron en la Galia o en Hispania; de construir monumentos de la calidad del Mausoleo de Teodorico y de mantener el complicado sistema administrativo del Imperio, poniendo al frente de esa administración a algunos de los más destacados miembros de la nobleza senatorial romana. Su reino se convirtió en la primera potencia en Occidente a lo largo de casi 25 años. Sus ciudades eran prosperas y estaban densamente pobladas, por ejemplo Milán contaba con casi 100.000 habitantes, Rávena posiblemente superaba esta cantidad y otras como Nápoles superaban los 50.000. Si es cierto, son ciudades más pequeñas que las del siglo II y principios del III, pero seguían siendo lugares muy activos que estaban muy lejos de caer en el abandono y la despoblación. ¿Y Roma? ¿Cómo era la antigua capital del Imperio Romano en esa época?
Ostrogodos asedian las murallas de Roma. Autor José Daniel Cabrera Peña
Pues teniendo en cuenta las descripciones de algunas fuentes italianas y las noticias que de ella nos da Miguel el Sirio podemos hacernos una idea bastante aproximada de como era la ciudad justo antes de su asedio y conquista por el rey ostrogodo Totila(549-550). Tenía una población de 100.000 habitantes aproximadamente, una cantidad que si bien esta muy lejos del casi millón de habitantes que llegó a tener seguía siendo un número muy considerable.
El profesor José Soto Chica en "Bizancio y la Persia Sasánida: dos imperios frente a frente", nos ofrece una relación detallada del tamaño de la ciudad en el 546. Roma contaba con 46.000 casas comunes, 1797 canales o instalaciones hidráulicas, 56 casas de baños y 254 letrinas públicas, 274 hornos de pan, 2.300 locales donde repartir las entregas gratuitas de pan, aceite, la carne, etc. Tenía 324 calles principales( es decir de cierta anchura) 24 iglesias y dos basílicas destinadas al emperador y al senado. Casi 700 personas dirigidas por siete funcionarios se encargaban del orden público de la ciudad. El perímetro amurallado era de casi 20 millas y tenía 37 puertas. En cuanto a las estatuas y a pesar de los dos grandes saqueos que había sufrido en el siglo anterior la ciudad seguía contando con 22 estatuas ecuestres de gran tamaño, 3875 estatuas de bronce, y en el capitolio 80 estatuas de oro y 60 de marfil. tres teatros y dos circos.
Tropas de Belisario defienden las murallas de Roma
Aceptando alguna exageración de las fuentes en esta descripción, es evidente que Roma era una ciudad grande y activa, a pesar de los duros golpes que supusieron el asedio de 536-537 y la toma del rey Totila en el 546. Justiniano en el 554 decidió restaurar gran parte de esos daños y devolver parte de su antiguo esplendor a la Urbs. Usando su propio tesoro personal restauró acueductos, monumentos, fuentes, etc, así como las entregas gratuitas de alimentos a sus ciudadanos( anona). Justiniano también se ocupó de abonar sus sueldos a profesores, filósofos, rétores, médicos, matemáticos, juristas etc que restauraron parte del esplendor cultural de una ciudad a la que acudían estudiantes francos, galos, anglosajones, eslavos, etc y del mundo romano en busca de sabiduría. Roma se convertirá en el siglo VI en un lugar cosmopolita en el que se refugiaban primero muchos de los huidos de las ciudades arrasadas por los persas en Oriente y ya en el VII un gran número de personas que escapaban del avance de los musulmanes en África y Oriente Próximo
Los dueños de las grandes explotaciones agrícolas del valle del Po, de Calabria, de la Apulia podían permitirse pagar fuertes cantidades al fisco de Constantinopla a cambio de verse libres de la obligación de vender parte de sus productos al ejército a precios tasados. La intención de estos latifundistas era la de vender sus productos en el circuito comercial orientado a la exportación que les producía mayores rendimientos.Por Juan de Chipre sabemos que todos los años llegaban a Italia los barcos de la flota del Patriarca de Alejandría con unos 50.000 modios de mercancía tanto de alimentos como de productos de lujo, que encontraban buenos compradores en suelo italiano, sobre todo entre los grandes propietarios de Apulia, Emilia, Piceno o Rávena.
Los hallazgos arqueológicos de la cripta de los Balbi han demostrado que durante el sigo VI y VII el comercio mediterráneo siguió activo a una escala más que considerable y que nutría a la ciudad de Roma de alimentos básicos como el aceite africano. En la capital se siguió acuñando moneda de cobre y usando teja y ladrillo como elementos constructivos. Hasta la segunda mitad del siglo VII sabemos que Italia contaba con prósperos banqueros como Juliano, capaces de patrocinar la construcción de edificios como San Vital de Rávena, que supuso un gasto de 26.000 sólidos de oro. Italia seguía siendo un, lugar rentable y atractivo desde un punto de vista económico. Incluso el trigo de Sicilia y el sur de Italia era codiciado por los comerciantes egipcios que acudían a sus puertos a adquirirlo. Todos estos indicios demuestran la existencia de prósperos circuitos comerciales entre Oriente, Italia, Sicilia, África y Egipto durante la segunda mitad del siglo VI y la primera del VII, favorecido por la recuperación del control de los romanos de las orillas del Mediterráneo tras la recuperatio imperii llevada a cabo bajo el gobierno de Justiniano.
Tras la captura del tesoro real de Amalasunta en el 535 valorado en unos 2.880.000 sólidos de oro, Narsés en el 553 se hizo con el de Totila y el de su breve sucesor Teya. Ambos reyes se habían dedicado a confiscar la riqueza de buena parte de la nobleza italiana fiel a Justiniano y habían conseguido acumular en poco tiempo una cantidad similar a la de Amalasunta. Estas inmensas cantidades de dinero, las tierras y las rentas de la corona ostrogoda en Italia junto a lo aportado anualmente en concepto de impuestos supusieron al fisco y al tesoro de Justiniano unas enormes cantidades que hicieron más que rentable para Constantinopla la larga guerra en una Italia bastante más prospera de lo que hasta ahora nos han contado.
BIBLIOGRAFÏA
Este artículo esta basado en:
José Soto Chica, "Bizancio y la Persia Sasánida: dos imperios frente a frente". Universidad de Granada.