Entre el primer y segundo año de vida el niño empieza a caminar y por tanto a ganar independencia para explorar el medio. Es una etapa marcada especialmente por logros motrices gruesos y por el alcance de destrezas socioafectivas, cognitivas y de lenguaje que permitirán al niño diferenciarse aún más del resto de personas y percibirse a sí mismo como un ser autónomo.
La movilidad abrirá al niño las puertas a un mundo nuevo, y de cierta manera mágico. Imaginemos la experiencia que significará desplazarse, alejándose aventuradamente de quien lo cuida, para encontrar en un recóndito lugar de la casa algo tan prohibido como un lápiz de labios. ¡Sin duda la capacidad de desplazamiento conlleva a algo más que un simple movimiento de piernas!
Iniciará el año gateando y lo terminará caminando con soltura, subiendo escaleras apoyado en un pasamanos, saltando con los pies juntos, corriendo sin caerse, pateando una pelota y lanzándola con sus manos por encima suyo.
La creciente capacidad de desplazamiento del niño, sumada a su insaciable curiosidad por los objetos, pueden conllevar a que los adultos detengan de manera reiterada las iniciativas de exploración con un "no" o un "alto". Las negociaciones, si bien son importantes para imponer límites, no deben coartar los deseos de exploración del niño.
Su motricidad fina es también un área de importante desarrollo. A los 16 meses abotonará botones grandes, a los 20 hará trazos horizontales, verticales y en vaivén y a los 24 la pinza se habrá perfeccionado al punto de que será capaz de coger bolitas pequeñas para introducirlas en una botella. Hará torres de 8 a 10 cubos y pasará las páginas de un libro de una en una.
El desarrollo del lenguaje, además de relacionarse con el pensamiento, tiene sus bases en las relaciones afectivas del niño con sus padres. Por ello, es indispensable destacar la importancia del cariño y el fortalecimiento de los vínculos afectivos que se vienen formando desde antes del nacimiento.
Las adquisiciones de lenguaje también contribuirán al desarrollo d la utonomía pues será capaz de posponer su llanto para tratar de expresar verbalmente lo que desea. Su vocabulario crecerá, y llegará a tener entre 150 y 300 palabras al cumplir los dos años, con lo cual mejorará su capacidad de expresión verbal. Narrará de manera breve algún suceso importante del día y dirá frases cortas, aún con limitaciones de sintaxis.
Su capacidad de memoria crecerá, con lo cual podrá realizar imitaciones diferidas y aprender nuevas palabras. Hacia los 20 meses aparecerá el pensamiento simbólico, y con él el juego simbólico, actividad lúdica necesaria para experimentar y aprender a través de la acción.
Ganará en autonomía y autosuficiencia. Si a los 12 meses intentaba comer con sus dedos, utilizaba pañales y le tenía un gran temor a los extraños, a los 24 será capaz de manejar la cuchara, acercarse más a los adultos y controlar de manera voluntaria los esfínteres. Todavía no tendrá un control nocturno de su vejiga, por lo que los padres deberán asistirlo durante la noche. Sentirá una creciente atracción por otros niños y por los juegos sociales, aunque su pensamiento egocéntrico lo limitará en su aceptación de reglas lúdicas y en considerar la perspectiva de otros. Gustará de la compañía de niños de su edad, pero su juego seguirá siendo paralelo.
En fin, el niño de1 a 2 años es un explorador insaciable que se desplaza por aquí y por allá, que alcanza destrezas que utiliza para conseguir otras, imita lo que ve y aprende por observación, pero sobre todo, que busca su autonomía, y al mismo tiempo afecto y protección de sus padres.