Si montas en bicicleta habitualmente seguramente habrás sido perseguido por algún perro en alguna ocasión. Estas situaciones suelen ocurrir sobre todo en el campo, donde puede haber perros que se hayan escapado de alguna finca o que simplemente estén sueltos.
Generalmente hay dos motivos fundamentales por los que un perro puede atacarnos cuando vamos en bicicleta. El primero de ellos sería el instinto de caza del propio animal. Al vernos en una bicicleta a cierta velocidad se piensa que somos una presa y por eso inicia la persecución.
El segundo motivo sería el instinto de protección sobre su propio territorio. Esto puede ocurrirnos si cruzamos alguna finca privada en el campo, o simplemente si el perro está suelto en el campo y está protegiendo su territorio.
Cómo evitar el ataque de un perro
Para evitar el ataque tenemos dos opciones: huir a toda velocidad o detenernos.
Huir a toda velocidad
Para poder huir tenemos que estar muy seguros de nuestras posibilidades, ya que tendremos que alcanzar . Esta opción sólo es recomendable si el terreno es favorable. Si lo intentamos en una subida nos alcanzará casi con toda seguridad.
En el caso de que el animal nos alcance y corra paralelos a nosotros, a veces funciona tirarles un poco de agua del bidón. No obstante si nos alcanza corremos el riesgo de que nos toque y nos caigamos.
Por lo tanto habría que pasar a la siguiente opción.
Detenerse con tranquilidad
La segunda opción es disminuir la velocidad progresivamente hasta detenernos y bajarnos de la bicicleta. De este modo, al no huir el perro no nos verá como una presa.
Podemos utilizar la bicicleta como barrera entre nosotros mismos y el animal. Es importante mantenerse erguidos y hablar al perro con voz firme. Esto le demostrará que no tenemos miedo.
Una vez el animal se ha tranquilizado y no nos ve como una amenaza podremos alejarnos caminando. Si nos sigue es importante hablarle continuamente. Una vez hayamos abandonado su territorio lo más normal es que deje de seguirnos.