1. Siéntate en el borde del asiento, con los pies bien apoyados en el piso. Deja tu espalda lejos del respaldo. Comienza a rodar tu pelvis adelante y atrás, de tal modo que una vez tu cintura se dirige hacia atrás, redondeándose, y la siguiente la cintura se arquea y el abdomen se expande. Haz esto varias veces, suave y lentamente, sin que aparezca ninguna molestia. No lo hagas mecánicamente, sino muy atentamente, para darte cuenta cómo es estar apoyado en cada punto diferente de la pelvis. 2. Ahora, nuevamente sentado en el borde de la silla, levanta el lado derecho de la pelvis y bájalo. No lo levantes mucho, apenas despégalo del asiento, y vuelve a bajarlo. Siente cómo tu peso pasa al lado izquierdo. 3. Ahora, levanta el lado izquierdo y bájalo. 4. Esta vez levanta una vez el lado derecho, bájalo, y luego levanta el lado izquierdo. Nota qué lado te sostiene mejor, y permite que el otro lado aprenda a sostenerte igual de bien. Descansa. 5. Evalúa cómo estás sentado ahora. ¿Es más cómodo? ¿Sientes que tu pelvis te sostiene? ¿Quita èsto carga de la espalda? Tal vez puedas percibir que ahora tu peso se distribuye más uniformemente en tu pelvis, y por lo tanto tu columna puede estar más erguida y todo tú estás más ligero. Estos suaves movimientos combinados con la atención dirigida te ayudan a recuperar la alineación que te corresponde cómo ser humano. Si pasas muchas horas sentado, tómate una pausa de unos minutos cada hora. Camina un poco, y haz estos movimientos. Te ayudarán a mantenerte vital, descansado y eficiente.