Publicado Jueves 21 agosto, 2014 De Autor Invitado
Talento Humano
… para la solidaridad, la tolerancia, la convivencia, la justicia y la paz.
He afirmado que “Crecer para vivir es una sugestiva invitación para crecer en la formación y expansión de tu talento humano, para la efectividad personal, para la paz y la convivencia, para el desarrollo comunitario, para la comunicación asertiva y alternativa, para la educación y los valores, para la ecología y el ambiente…”
Ahora bien, en tiempos de gurúes; falsos y verdaderos profetas; pluralismos y diversidades, ruptura de paradigmas, relativismo cultural y realidades virtuales, precisamos los conceptos para acertar los caminos, aún para transitar abriendo las manos, la mente y el corazón hacia el mayor de los encuentros. Pues, vivimos tiempos de calmas y turbulencias, de caos y orden, de certezas e incertidumbres.
Con esto se afirma que el hombre, la persona humana, es poseedora de un determinado potencial de aptitudes y habilidades para su vital desempeño, como expresión de su inteligencia y particularmente de su inteligencia emocional.
Te invito entonces a descubrirte en tu talento y a desarrollarte a partir de él.
En los últimos tiempos se nos ha acostumbrado a hablar del talento humano, como si se tratara de una nueva invención. Se nos ha hablado y se nos habla de la gestión del talento humano a partir del nuevo paradigma de la Sociedad del Conocimiento, como la moda u orientación impuesta como parte de las acciones gerenciales en torno a la generación de mejores y más productivos entornos laborales. Lo cual es válido y necesario, aún con el propósito de reencontrarnos con el trabajo y todo emprendimiento, como ruta para la autorrealización personal. Más no, como la exclusiva orientación intramuros de empresas y organizaciones, que no alcanzan a ver más allá de la fría efectividad gerencial.
De tal modo que si de capacidad, aptitud y habilidad de la persona humana se trata, como el más preciado potencial que tú posees, lo más coherente con tu propia naturaleza humana, no está entonces en la parcialidad enciclopédica del paradigma mecanicista ya superado, sino en la más amplia y plural concepción holística de la persona humana, que te muestra que has sido llamado a la vida, con especial vocación para una vida en abundancia y prosperidad. Mas una abundancia que trasciende el simple plano de lo material, para mostrarte el sendero pleno a la excelencia para la vivencia integral de la vida, en relación con tus semejantes y como máxima expresión de tu propia dignidad.
El haber sido llamado a la vida, y a la vida plena, te ha sido dado con la marca implícita del amor, desplegado en tres capacidades máximas como el amar, el pensar y el comunicar, que te hacen entonces la obra maravillosa del universo, así como sujeto y objeto de la mayor atribución o característica del ser persona: la dignidad humana. He ahí donde radica entonces tu talento, tu capacidad, tu habilidad y aptitud, dadas por nacimiento, y perfectibles a través de tu propio proceso de aprendizaje en el crecimiento personal.
Y tú como persona puedes vivirlo en plenitud pues “las personas tienen todos los recursos necesarios para realizar los cambios deseados”.
A estas alturas del recorrido caben entonces algunas preguntas: ¿Dónde ha quedado el cultivo de las virtudes?, ¿Dónde ha quedado el despliegue de los valores?, ¿Dónde han quedado nuestras capacidades para el amar, pensar y comunicar?
Comparto entonces, con firmeza desde el amor, un convencimiento: estamos llamados a formarnos para la solidaridad, la tolerancia, la justicia y la paz. Estas llamado(a) para retomar ese sendero, esa ruta hacia la vida plena. Estamos todos llamados para retomar y reencontrarnos en ese escenario, de aprendizajes, a ser construido desde las iniciativas individuales y desde las iniciativas comunitarias, que hagan posible el despliegue de todo Talento Humano para la solidaridad, la tolerancia, la convivencia, la justicia y la paz. Pero aún más importante, que hagan posible toda contribución para diluir y acabar con todo gesto, actitud, hecho o circunstancia de insolidaridad, de intolerancia, de injusticia, de ausencia de paz.
Aquí no se acaba, recién comenzamos.
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