La muerte es sinónimo de tristeza para los allegados del fallecido. En situaciones así, los adultos intentan encontrar sosiego en el cariño de los seres queridos y los recuerdos, mientras que los niños son inundados por millones de preguntas difíciles de responder.
¿Por qué murió el abuelito? ¿Dónde está, dónde se fue? ¿Lo volveremos a ver? ¿Cuándo moriré yo, y tú? En un entorno doloroso, los niños intentan encontrar respuestas y no hay mejor persona para hacerlo que un adulto, un padre, un tío, un familiar. Sin embargo existen algunos consejos a tener en cuenta a la hora de explicar a un niño sobre el fallecimiento de un ser querido.
Los niños son literales, esto significa que cada palabra que se les diga ellos lo representan en su cabeza y aportan significado. Por ello es mejor evitar las metáforas que puedan crear más dudas y temores que tranquilidad.
La verdad siempre es mejor a dar excusas que pueden atemorizar el niño: “El abuelo es una estrella”. Las familias creyentes pueden recurrir a “El abuelo está en cielo”, pero han de enfatizar bien de que el abuelo no volverá a estar presente.
Dependiendo del tipo de muerte o proceso de enfermedad vivido, se recomienda explicar al niño lo que va sucediendo. En este caso, hay que tener cuidado con tratar el tema de enfermedad para evitar que el niño tema a caer enfermo o, de confundir la muerte con el sueño ya que el niño podrá temer a quedarse dormido.
Las emociones deben hallar lugar en la relación adultos – niños, es importante que el niño entienda las situaciones de dolor como algo natural de la vida, y que también pueda manifestar su dolor o temor. El diálogo y el acompañamiento mutuo son primordiales en estos momentos. El niño o adolescente pasará por etapas de ira, desconsuelo, culpabilidad, tristeza, frustración, y como adultos debemos dar lugar y comprensión a estas manifestaciones.
Especialistas indican que la explicar la muerte de forma natural, como un proceso de la vida ayuda a que el niño pueda interpretarlo de mejor forma.
Son momentos delicados, pero la verdad suele ser un componente clave a la hora de explicar a un niño sobre el fallecimiento de un ser querido y ayudarle a superar este momento.