Explicar el mundo a su hijo Cris, que nació con parálisis cerebral hace más de treinta años, es para Andrés Aberasturi una tarea dura y dolorida. Pero el autor de estas páginas honestas y sin adornos, que solo pretende dejar testimonio de una parte de su verdad, la considera esencial para combatir el desasosiego. «Andrés hace hablar a Cris. A sus manos, a su silla, a sus movimientos, a su siempre implorada sonrisa, a su mutismo, Andrés les da vida», como bien explica Javier Sádaba en el prólogo.