Andaba yo liada con mis quehaceres diarios (los de ganarse el pan y los otros, que también son importantes), cuando me dispuse alegremente a hacer una fotografía multiuso (válida para Flickr, Facebook, Pinterest y Twitter, válida para el próximo curso de fotografía, válida para éste, vuestro blog, y válida para practicar con la luz, lo cual es tremendamente apasionante).
Esta es la historia jamás contada de esta fotografía:
1.- Coloco mis dos tableros envejecidos con betún de Judea encima de un carrito con ruedas, delante de la ventana de mi despacho. Digamos que la luz , con respecto al sujeto está en la posición de las 2 en el reloj. Con cuidado, ya que el tablón trasero no está apoyado en nada, y se va a hacer encaje para puños* a poco que al pasar por delante, el movimiento genere una ligera brisilla.
2.- Me doy cuenta de que si quiero fotografiar una crema de tomates, NECESITO crema de tomates.
3.- Me doy cuenta de que no tengo tiempo, ni ganas, ni suficientes tomates…
4.- Me doy cuenta de que el poder de la imaginación es una de las mayores fuerzas de las que dispone el ser humano, e ideo una manera de fotografiar la crema de tomates, sin crema de tomates.
5.- Saco mi última adquisición: una taza preciosa de esmalte de color rojo, y la sitúo a la derecha de la composición. Meto una cuchara con mango de madera dentro de la taza. (por aquello del toque rústico tan de moda en la actualidad), coloco un par de preciosos tomates junto con una rama de orégano fresco del jardín, a la izquierda de la composición (muy regla de los tercios todo…), y espolvoreo un poquito de sal de Guérande por la superficie de madera, para crear un poquito de textura y dimensión.
6.- Coloco un corcho blanco reflejando la luz de la ventana al lado de la composición, y un reflector negro al otro lado, de tal manera que la luz que el reflector deja llegar a la taza dibuje un borde de luz en la misma, con lo que consigo un precioso efecto de mayor volumen (me chiflan este tipo de iluminación)
7.- Meto dos conos de incienso dentro de la taza y los enciendo. Empieza a salir una humareda increíble, y bien oliente, pero muy “plana”.
8.- Esta vez, en lugar de llamar al hijo que estudia comunicación audiovisual, llamo al marido que sirve para todo (el hijo está estudiando para los finales, o eso dice…), y le pido que sople ligeramente el humo* (para conseguir un bonito dibujo) mientras aprieto el disparador de la cámara.
9.- Como quiero congelar el movimiento del humo fijo una velocidad de apertura de 1/320 seg., y una apertura de diafragma de f3.2 para desenfocar el fondo y los tomates con mi objetivo de focal fija de 85mm. No me queda más remedio que aumentar la sensibilidad ISO a 800 (lo que significa un montón de “ruido” en mi imagen, pero como considero que le da otro toque de modernidad, es decir “rústico” y me olvido del tema). Utilizo el modo de disparo continúo de mi cámara y aprieto, aprieto, aprieto el disparador hasta conseguir lo que estoy buscando…
10.- … que sin crema de tomates, y gracias al color de la taza, al humo que simula que hay un líquido muy caliente dentro, a los tomates y orégano que están en primer plano, y al nombre que le he puesto a la foto, la gente se crea que me he pasado la mañana cocinando una delicosa crema de tomates al orégano con sal de Guérande.
* llamese puñeta al encaje para puños