Aunque es de uso cotidiano, no siempre es entendido como tal. La ironía o las metáforas a veces son entendidas literalmente y esto tendría una explicación científica. ¿De qué se trata?
Las funciones más elevadas de nuestro cerebro manejan la forma más simple de sarcasmo, según sugiere una nueva investigación. Un trabajo de un equipo de investigadores liderado por Simone Shamay-Tsoory demuestra que la capacidad de entender el sarcasmo depende de una secuencia cuidadosamente orquestada de capacidades cognitivas complejas en determinadas partes del cerebro.
La doctora Shamay-Tsoory, psicóloga del Centro Médico Rambam de Haifa y de la Universidad de Haifa, en Israel, dijo: “El sarcasmo está relacionado con nuestra capacidad para entender el estado mental de otra gente. No es simplemente una forma lingüística, sino que también está relacionado con la cognición social”.La investigación reveló que determinadas zonas del cerebro que descifran el sarcasmo y la ironía también procesan el lenguaje, reconocen las emociones y nos ayudan a comprender claves sociales. “Entender el estado mental y las emociones de otra gente está relacionado con nuestra capacidad para entender el sarcasmo”, dijo.
El equipo convocó a 41 personas que habían sufrido un leve daño cerebral como consecuencia de un accidente o una enfermedad. Junto con 17 voluntarios sanos, los científicos estudiaron de qué manera comprendían comentarios neutros y sarcásticos leídos por actores.
Un ejemplo sarcástico era: “Joe llegó al trabajo y, en lugar de empezar a trabajar, se sentó a descansar. Su jefe observó su comportamiento y le dijo ‘Joe, no trabajes tanto’”. En la versión neutra, Joe empieza a trabajar apenas llega y la reacción de su jefe es la misma. El estudio demostró que a la gente con daño en el lóbulo prefrontal le costaba detectar el sarcasmo. Los otros, entre quienes había gente con un daño similar en otras partes del cerebro, pudieron ubicar correctamente en contexto el comentario irónico.
Se sabe que el lóbulo prefrontal participa en los procesos pragmáticos del lenguaje y en una cognición social compleja. La sección ventromedial está asociada con la personalidad y el comportamiento social. La doctora Shamay-Tsoory dijo que la pérdida de la capacidad de los voluntarios para entender la ironía era una consecuencia sutil de su daño cerebral, que producía un comportamiento similar al registrado en la gente que padece de autismo.
“Son capaces de mantener y entender una conversación. Su problema es entender cuando la gente habla en un discurso indirecto y utiliza ironía, expresiones o metáforas porque toman cada oración literalmente. Entienden la frase tal cual es y no pueden detectar si el verdadero significado es el opuesto al sentido literal”. En un documento en la edición de mayo de la revista Neuropsychology, su equipo propone una secuencia neural de tres etapas en nuestros cerebros que nos permite entender la ironía.
Primero, el centro del lenguaje en el hemisferio izquierdo del cerebro interpreta el significado literal de las palabras. Después, los lóbulos frontales y el hemisferio derecho procesan la intención del orador y buscan contradicciones entre el significado literal y el contexto social y emocional. Finalmente, la corteza prefrontal ventromedial –nuestro medidor del sarcasmo- toma una decisión en base a nuestro conocimiento social y emocional de la situación.
La experiencia de situaciones pasadas también es importante. “Tal vez es una diferencia cultural. Pienso que el inglés tiene un sarcasmo más complicado y sutil al que los norteamericanos no están habituados”, dijo la doctora Shamay-Tsoory.