Revista Salud y Bienestar

Cómo gestionar el miedo y las emociones negativas

Por Alimentatubienestar @alimentatubiene

En mi artículo anterior te hablé de miedos y te decía que tu actitud ante la vida es lo que marca la diferencia. Por esto hoy me gustaría seguir profundizando sobre este tema desde un punto de vista más práctico. Hoy voy a compartir contigo herramientas útiles para aprender a gestionar el miedo y las emociones negativas.

Cómo gestionar el miedo y las emociones negativas

El miedo es una de las seis emociones básicas, junto con la alegría, la sorpresa, la tristeza, la rabia y el asco.

Aunque solemos clasificar algunas emociones como negativas y otras como positivas, en realidad todas son buenas en el sentido de que cada una tiene su propia utilidad. Nos aportan información acerca de la situación que estamos viviendo.

Lo que pasa es que a menudo solemos escapar o luchar contra aquellas que no resultan agradables, entre las que se encuentra el miedo.

De ahí que estas emociones vienen negadas y no gestionadas, haciéndose de esta manera más poderosas que nunca, volviéndose en verdaderas trampas en la que nos quedamos enredados.

Pasos para salir de las emociones negativas

Te voy a hablar de siete pasos útiles para aprender a salir de ellas.

El primer paso para aprender a gestionar el miedo es darnos cuenta de que no es un enemigo sino un aliado. Cuando aprendemos a mirarle con ojos diferentes también cambia nuestra percepción de él. No es enemigo porque, como te decía antes, es un mensajero valioso que llega para entregarnos una información específica: nos está informando que estamos viviendo una situación de riesgo, de peligro y por lo tanto necesitamos buscar los recursos necesarios para hacer frente a ello.

Una vez que hayas entendido que esta emoción está allí para protegerte y no para hundirte, cierra los ojos durante unos minutos y toma unas respiraciones profundas. En otras palabras, quédate unos instantes respirando tu miedo, sintiéndolo tanto en tu cuerpo cómo en tu mente. Escúchate profundamente, pon atención en la parte de tu cuerpo donde más lo sientes y observa los pensamientos que lo alimentan.

Después de tomar consciencia de ello, haz el ejercicio de observar los pensamientos de la misma forma en que observarías unas nubes moverse en el cielo transportadas por el viento, viéndolas cambiar de forma y alejarse cada vez más. Luego retoma contacto con tu respiración, pon tus manos encima de tu barriga y nota como se hincha y se deshincha tu vientre a la vez que el aire entra y sale.

Fíjate en la sensación física que el miedo te está produciendo. Quizás sientas un nudo en el estómago o en la garganta. Muy bien, sigue respirando y dale a esta sensación una forma, un peso, un movimiento y un color. Puedes visualizarla por ejemplo como si fuera una bola negra y pesada en el estómago. Muy bien, ahora visualiza esta misma bola pesada y negra que poco a poco, a la vez que respiras, va perdiendo peso, va cambiando de color y se va esfumando poco a poco con pequeños movimientos circulares. Se hace cada vez más pequeña, ligera, suave, tiñéndose de este color que tanto te relaja...hasta desaparecer.

Ahora que ya has mirado tu miedo a la cara, lo has gestionado y te has tranquilizado, puedes empezar un trabajo muy bonito que consiste en conectar con tu miedo y sacarle afuera a través de la pintura. No hace falta ser un artista, de hecho, no se trata de pintar un cuadro o de obtener algún tipo de resultado artístico, sino simplemente de conectar con tu emoción.

Coge, por ejemplo, la pintura de dedos y un papel continuo y expresa tus sensaciones internas en el papel a través de los colores y de los movimientos de tu mano. De esta manera sacarás afuera tu miedo, podrás verle y luego hacer con este dibujo lo que sientas: colgarlo, romperlo en mil trocitos, quemarlo, ponerlo debajo de la tierra y plantar allí una plantita. Elige un ritual, el que se te ocurra, sin racionalizarlo. Recuerda que lo simbólico es un mensaje muy poderoso para el inconsciente, y es allí que se producen los cambios más poderosos.

Ahora que ya has sentido tu emoción, pasamos a lo racional y a lo más práctico. Haz una lista de todos tus temores. Empieza con aquellos miedos pequeños, los que nos acompañan a diario y con los que aprendemos a convivir, aunque nos dejen un mal sabor en la boca. Haz una lista de ellos. ¿Tienes quizás miedo de hablar en público? ¿Te da miedo hablar con tu jefe y esto te hace sentir inseguro en tu trabajo? ¿Tienes miedo a empezar un nuevo proyecto por temor a fracasar?

Perfecto, ahora pregúntate:

  • ¿A que tengo miedo realmente?
  • ¿Qué me estoy perdiendo por no gestionar el miedo de la forma más apropiada?
  • ¿Cuáles son los pensamientos automáticos que lo alimentan y no me ayudan a gestionarlo?
  • ¿Qué pensamientos, por el contrario, me apoyarían en estos momentos?

¡Muy bien! Ahora ha llegado el momento de ponerte manos a la obra para gestionar el miedo y empezar día a día a hacer algo para transformar este miedo en tu gran aliado.

Empieza con los miedos más pequeños y, después de haber entendido su mensaje, haz algo para tomar más confianza con la situación que te provoca esta emoción.

Si tienes miedo a hablar en público, por ejemplo, en la próxima reunión de trabajo, en vez que quedarte pasivo y aburrirte, podrías empezar a participar de forma activa, haciendo preguntas y dando tu opinión. O podrías hacer el esfuerzo de hablar con aquel compañero que siempre intentas evitar.

En otras palabras, hazte amigo de tus miedos y sal de tu zona de confort siempre y cuando puedas. Es allí donde los sueños se hacen realidad.


Volver a la Portada de Logo Paperblog